Un total de 3.898 personas participaron en el estudio, en el que completaron un cuestionario a los 13 años sobre el acoso y a los 18 años una evaluación para identificar el posible grado de depresión que sufrían.
De los 683 adolescentes (13 años) que padecieron acoso varios días a la semana, el 14,8% tenían depresión a los 18 años, y de los 1.446 que fueron intimidados entre una y tres veces cada seis meses, el 7,1% eran depresivos.
Además, el estudio recalca que sólo el 5,5% de los adolescentes que no fueron acosados estaban deprimidos a los 18 años y alrededor del 10,1% de los adolescentes que sufrieron bullying con frecuencia, tuvieron depresión durante más de dos años, en comparación con el 4,1% del grupo no intimidado.
Estas cifras mostraron que los adolescentes acosados frecuentemente tienen el doble de probabilidades de padecer depresión que los que no experimentan estos problemas.
La intimidación más frecuente fueron los insultos (36%), mientras que el 23% sufría robos por parte de sus compañeros. También se ha descubierto que la mayoría de los adolescentes no le cuentan el acoso a sus profesores o a sus padres, pero hasta el 75% habló con un adulto acerca de la intimidación física.
El estudio recalca que si se tratase de una relación causal, hasta el 30% de las personas que sufren depresión en la edad adulta habrían vivido episodios de intimidación en la adolescencia.
Aunque todavía no hay conclusiones definitivas, las intervenciones que se realizasen para reducir el bullying en las escuelas conseguirían reducir la depresión posteriormente.
Ángel M. Gregoris