La educación de los pacientes con pustulosis palmoplantar, clave para evitar el estigma

La pustulosis palmoplantar es una dermatosis inflamatoria, crónica, no contagiosa y recurrente que se manifiesta con pústulas estériles en las palmas de las manos y las plantas de los pies. La sintomatología suele ser prurito (en ocasiones muy intenso), y es frecuente una sensación de quemazón. Además, la estigmatización de la enfermedad afecta considerablemente a la calidad de vida del paciente, por lo que los enfermeros son un pilar básico para los enfermos y su entorno “porque son una referencia en cuanto a proporcionar educación y sensibilizar a la población general”, tal y como se desprende de la investigación “Convivir con pustulosis palmoplantar” publicada en la revista Pulso, que publica el Colegio de Enfermería de Navarra.

La falta de información sobre la enfermedad hace que en algunas ocasiones los afectados puedan sentir discriminación o rechazo social. Los pacientes con pustulosis palmoplantar suelen experimentar baja autoestima, pérdida de seguridad en sí mismos y reducción del bienestar. También es posible que sufran ansiedad, frustración, vergüenza, ira, depresión y anticipación al rechazo. “Dado el carácter crónico de este problema, es importante que el paciente reciba toda la información necesaria acerca de su enfermedad para ser capaz de asimilar su afección y convivir con ella”, afirma Amparo Martínez, la autora del trabajo, en sus conclusiones.

Según Martínez, “la educación del paciente y su entorno es la base para llegar a sensibilizar a la población en general y acabar con la estigmatización de esta enfermedad”. En este sentido, la enfermera considera imprescindible la escucha activa por parte de los profesionales para ayudar a sobrellevar la enfermedad y conseguir unos resultados que le permitan un nivel óptimo de calidad de vida.

Entre los tratamientos más efectivos está la fototerapia con luz ultravioleta A, que es suministrado por la enfermera. El paciente recibe por semana dos o tres sesiones, durante un periodo aproximado de dos o tres meses, y en estas consultas, los enfermeros tienen “la oportunidad de proporcionar la educación necesaria”, subraya Amparo Martínez. De esta manera, los afectados logran aumentar el confort, mejorar el control de los síntomas y de la ansiedad, y desarrollar mecanismos de afrontamiento.

 

Ángel M. Gregoris

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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