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La presencia de enfermeras escolares ahorra costes al sistema, según un estudio

Muchas veces se ha insistido en la necesidad de que exista en todos los colegios la figura de una enfermera que cuide de la salud de los alumnos, formada en primeros auxilios y que conozca sus historiales médicos y sus necesidades para actuar ante cualquier eventualidad. Ahora un programa llevado a cabo por los Servicios Escolares Esenciales de Massachusetts (Estados Unidos) demuestra no sólo que esta es una necesidad real, sino que además su aplicación sería coste-efectiva.

Metodología del programa

El programa, llevado a cabo entre los años 2009 y 2010 en 78 distritos del estado de Massachusetts, ha consistido en comparar el coste del servicio de enfermería escolar a tiempo completo con el ahorro generado al reducir las consultas médicas y las horas de trabajo perdidas de padres y docentes. El experimento ha estimado también cuánto costarían los procedimientos que habitualmente realizan las enfermeras escolares -desde evaluar el nivel de azúcar en sangre hasta proporcionar fisioterapia- en una clínica u hospital.

Para determinar el salario perdido de los padres, los autores de la investigación han tenido en cuenta el tiempo que los progenitores faltarían al trabajo si sus hijos salieran de la escuela antes de lo debido, y cuántas veces tendrían que dejar su trabajo para ir al centro escolar a proporcionar medicación a sus hijos. Todo ello, claro, en el supuesto de que no existiera enfermera escolar.

Por otro lado, para evaluar el beneficio en la productividad docente, los autores han utilizado los resultados de un estudio previo que había determinado que los profesores dedican 20 minutos menos al día a los problemas de salud de sus alumnos cuando pueden contar con un servicio de enfermería escolar.

Las conclusiones, en cifras

De los datos extraídos del programa se desprende que los beneficios de la enfermería escolar superan ampliamente sus costes, y eso que no se ha tenido en cuenta el ahorro derivado de las consultas de urgencias ni las hospitalizaciones. En Massachusetts, en el año escolar 2009-2010, unos 477.000 alumnos de las 933 escuelas participantes en el programa utilizaron los servicios de enfermería escolar. Esto se tradujo en un coste de 79 millones de dólares (58 millones de euros), en comparación con los 20 millones de dólares (casi 15 millones de euros) que hubiesen costado estos servicios fuera de la escuela, a los que habría que sumar los 28,1 millones de dólares (poco más de 20 millones y medio de euros) por horas de trabajo perdidas para los padres y los 129,1 millones de dólares (casi 35 millones de euros) equivalentes a la pérdida de productividad docente. Según publica JAMA Pediatrics, el equipo estimó que cada dólar invertido en el programa de enfermería escolar permite ahorrar 2,20 dólares (1,62 euros).

La implantación de la enfermera escolar demuestra ser, por tanto, una buena manera de invertir el dinero público de los contribuyentes. Es por eso que los autores del programa insisten en que quienes estén estudiando emprender recortes en enfermeras escolares para ahorrar gastos deberían pensarlo dos veces.

Una línea de trabajo

Para extrapolar los resultados del estudio a España habría que tener antes en cuenta las diferencias socioculturales con Estados Unidos y que allí no existe un sistema de sanidad pública como el de nuestro país. Sin embargo, lo que sí parece claro es que aquí, como allí, la figura de la enfermera escolar no sólo podría solucionar muchos problemas sanitarios cotidianos de los niños sino que se traduciría en menos horas de absentismo laboral para los padres y menos horas perdidas para los profesores.

Lo relevante de este estudio, señala David Sánchez, miembro del Gabinete de Estudios del Consejo General de Enfermería, es que “apunta hacia una línea de trabajo que debemos seguir. Las especialidades son muy importantes y la enfermera escolar tiene una utilidad social y económica. Además, merece ser tenido en cuenta cómo la enfermera puede ser clave en la conciliación de la vida familiar y laboral, al ahorrar horas de absentismo en el trabajo”.

 

Ana Muñoz