A partir de aquí hay monstruos

Hace unos días descubrí una idea genial, una idea de mago de la lámpara. Conocí a Moyupi, un equipo de jóvenes talentos que convierten en muñeco el dibujo de cualquier niño. Mágico.

Tener la oportunidad de dar a un niño un juguete diseñado por él mismo es un éxito garantizado. Es la imaginación hecha realidad.

Pero no todos los seres imaginarios llegan como una criatura fantástica, colorida y dispuesta a acompañarnos en juegos maravillosos. En los hospitales hay niños que tienen que enfrentarse a monstruos verdaderos: al cáncer, a máquinas ruidosas, a las temidas agujas, a la lacerante e impertinente posibilidad de morirse. Es aterrador que tu cuerpo no esté funcionando bien. ¿Hacia dónde corres cuando corres de ti mismo? ¿Desde dónde?: no tienes escapatoria.

La expresión “A partir de aquí hay monstruos” aparece en las zonas inexploradas de los antiguos mapas medievales. No se sabía lo que había más allá del borde de los océanos. El pueblo imaginaba que estaban llenos de esperpentos violentos. Al navegar, descubrieron que no existían. Sin embargo, el mar abierto, cuando hay tormenta, sigue dando mucho miedo. Pero sabemos cómo es, y ese conocimiento nos ha hecho desarrollar habilidades para afrontar los viajes sobre las aguas.

El cáncer no es un viaje: el cáncer es una enfermedad difícil que exige mucha energía y esfuerzos de los pacientes y su entorno. En los hospitales estamos de acuerdo en informar a los pacientes, contarles la verdad. Si algo no ha cambiado desde la época medieval –desde todas las épocas- es que las personas tendemos a imaginar lo que hay allí donde no tenemos información. Especialmente los niños. Cuando se trata de enfrentarnos a enfermedades, es importantísimo dejar el menor espacio posible a ideas turbias e indefinidas. Siempre adaptando la información a la capacidad de comprensión de cada uno.

Se me ha ocurrido que lo mejor de Moyupi no es poder tener en la mano los monstruos buenos; lo mejor, es poder atrapar, al fin, los monstruos malos que todos llevamos dentro. Hablar de ellos, enfrentarnos a ellos, negociar con ellos.

Yo ya estoy dibujando el miedo al cáncer y el miedo al dolor. Cada trazo me lleva a verlos con más claridad. Voy a pedir a Moyupi que me envíen mis monstruos. Son dantescos, pero el hecho de darles forma ayuda a entender que podemos ponerles límites. Los días que se hagan grandes, los voy a meter en un tarro de cristal para que no puedan crecer demasiado. Me pregunto qué pasaría si pudiera lanzarlos al mar. Quizá ellos, el miedo al cáncer y el miedo al dolor, también sienten pánico de los dragones que habitan en las aguas.

Quizá podamos sentirnos más fuertes ante nuestros miedos gracias a Moyupi. Los especialistas en terapias narrativas y psicólogos seguro que tienen mucho que decir al respecto. ¿Qué le dirían los niños al engendro responsable del temor a las inyecciones? Pueden mirarle y pensar que, en realidad, tampoco asusta tanto-tanto, ¿o sí? Merece la pena intentarlo.

Él cuenta contigo.

Alicia Chamorro

Autor Alicia Chamorro

Alicia Chamorro García es enfermera. Durante varios años trabajó en el Hospital de oncología de Bruselas, el Institut Jules Bordet. Actualmente investiga sobre el impacto de la ficción en la enfermedad y al final de la vida en cuidados paliativos pediátricos. Fundadora de "Cuéntame algo que me reconforte". #CAQMR

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