Los sanitarios no ganarán más mientras sean funcionarios

Como no podía ser de otra manera, la convocatoria de elecciones autonómicas y generales está llevando estos días a sanitarios de toda España a echarse a las calles y a multiplicar sus reivindicaciones profesionales. La más sonada hasta ahora ha sido la concentración de “batas blancas” a las puertas del Ministerio de Sanidad, impulsada por la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos y la Organización Médica Colegial. Sonada, aunque no masivamente secundada, pues los congregantes apenas lograron reunir a más de mil personas, entre las que figuraban cientos de liberados. ¿Hay motivos para protestas como esta?

Desde luego. Médicos, enfermeras y auxiliares llevan años sufriendo los ajustes aplicados por el Gobierno para cuadrar el déficit y sortear la quiebra. Y lo han hecho, además, en un entorno de crecimiento notable de la demanda asistencial por la hiperfrecuentación de los servicios y el progresivo envejecimiento de la población. En la última década los sanitarios han padecido congelaciones salariales, menguas importantes de sus plantillas y presiones redobladas de los gerentes que les marcan objetivos. Desde este punto de vista, las quejas son justas y, además, deseables.

¿Aciertan las organizaciones que les representan en su estrategia para revertir la situación y mejorar sus condiciones laborales? En líneas generales, no. La proximidad de los comicios confiere a las protestas un tufo electoral que no beneficia en nada a la consecución de sus reivindicaciones. Si existe un momento en el que pueden lograrse mejoras es durante la negociación de los Presupuestos; ahora, en cambio, sólo se arrancan promesas etéreas. Tampoco ayuda el destino elegido para formular las peticiones. Aunque pueda parecer que el Ministerio de Sanidad y las Consejerías de Salud son las instancias idóneas ante las que expresar quejas, su peso en los gobiernos nacional y autonómicos es tan reducido que pocas posibilidades hay de que las demandas planteadas por esta vía lleguen a buen puerto.

Son Hacienda y, en última instancia, los gabinetes de Presidencia de los Ejecutivos los que eligen el reparto de los recursos. Si los representantes de los sanitarios desconocen esto sus quejas plañideras quedarán difuminadas en el aire. El sector sanitario tiene hoy todas las papeletas para perder la guerra: la mayor parte del gasto público es absorbida por las pensiones -153.000 millones-, los intereses de la deuda -30.000 millones- y el pago del desempleo. Si realmente quieren arañar mejoras habrán de hacerlo en esta tarta y ante el que decide su reparto, o en la de los medicamentos, la otra pata que se lleva por delante el gasto sanitario. Yerran también los sanitarios en el contenido de sus reivindicaciones. Por más deseable que sea la mejora de complementos, obvian el quid de la cuestión: la necesidad de que cobre más el que mejor trabaje. No demandar esto es condenarse eternamente a trabajar bajo un régimen funcionarial cuyos efectos ya se han visto en primaria.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué multinacional con ramificaciones en Iberoamérica quiere fichar al gerente de un prestigioso hospital de Madrid?

¿Qué conocido médico está pulsando el sector ante la posibilidad de presentarse a las elecciones al Colegio de Médicos de Madrid? ¿Qué empresa de pésimo nombre, deseosa de saquear el Colegio, estaría detrás de su candidatura, aunque él lo niegue? ¿Qué “ariete” utilizado por esa empresa a cambio de estipendio se quedaría fuera de la operación por su nula capacidad de atraer votos y su elevada edad?

¿Qué laboratorio se ha puesto de perfil en la guerra interna de Farmaindustria por la devolución del importe correspondiente al aumento del gasto farmacéutico, al adquirir la licencia de un producto a una multinacional?

 

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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