Todos estamos en deuda

La gratitud es un valor que nos hace más humanos. Creo que todos -yo desde luego- cuando miro hacia atrás y lo hago quizá con mayor frecuencia de lo que sería deseable- soy consciente de la ingente cantidad de personas a las que, por una u otra razón, les debo algo en la vida.

Desde una reflexión ética, como la que nos corresponde llevar a cabo en este pequeño rincón, me gustaría compartir este mes la trascendencia de la gratitud en nuestras vidas como enfermeros y enfermeras. En el recuerdo hallaremos multitud de personas a las que, probablemente, debemos el ser lo que somos y probablemente sin ellas seriamos de otro modo. Alguna o algunas fueron nuestro catalizador para embarcarnos en el empeño por cuidar de las personas. Otras nos mostraron el camino a través de las cosas no superfluas sino verdaderamente importantes a la hora de llevar a cabo esa tarea. Para mí han sido y son especialmente importantes aquellas que me mostraron el sentido de la humanización de los cuidados, de la trascendencia del cuidado desde una perspectiva holística o integral. Aquellos profesionales que me hicieron ver con claridad meridiana lo que ya antes me había contagiado mi padre, desde otra óptica, el hecho incontestable de que las personas son verdaderamente importantes no por lo que tienen sino por lo que son.

Y cómo no recordar a nuestros maestros, aquellos que nos enseñaban lo que era el Proceso de Atención de Enfermería cuando todavía casi nadie hablaba de ello e España. Ellos nos mostraron el pórtico de una nueva enfermería que todavía hoy tenemos que seguir construyendo para consolidar nuestra disciplina y convencer de su idoneidad a una parte de la sociedad que, pese a hablar permanentemente de la importancia de las enfermeras permite, secunda y no paraliza el abuso y desconsideración que representan, por ejemplo, unos contratos laborales preñados de indignidad para una profesión que ha demostrado un compromiso ético y social de primera magnitud en momentos de especial dificultad como los vividos en la todavía reciente crisis económica.

¿Y cuánto aprendimos y lo seguimos haciendo de nuestros pacientes? ¿Cuánto nos enseñaron con su capacidad de aceptar la limitación humana que entraña la enfermedad?
Decía Lao Tsé que “la gratitud es la memoria del corazón”. Por eso he querido reflexionar sobre este asunto.

Porque las enfermeras tenemos que seguir ha-blando con y desde el corazón, porque la profesión enfermera, muchas veces, actúa del otro lado (así han definido algunos el espíritu) y más allá de la razón, porque ¿de qué otro modo se puede entender la dedicación, el esfuerzo, la falta de conciliación del trabajo con la vida familiar, la empatía omnipresente, la “mirada enfermera” y todos los valores que se acompañan sino es porque la enfermera habla, siente y vive con el corazón.

Rafael Lletget

Autor Rafael Lletget

Tratamos de recuperar la esencia de la perspectiva humanista buscando su lugar en el ámbito de los cuidados enfermeros. El ser humano , más allá de eslóganes y frases oportunistas, constituye el centro de la praxis enfermera.

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