Carcedo se destapa como una hábil gestora

Aunque no figura entre los ministros más populares del Gobierno, María Luisa Carcedo merece hasta el momento mucho más que un aprobado raspado por la gestión que está realizando al frente de Sanidad. Pese a llegar casi por la puerta de atrás al puesto tras la súbita dimisión de Carmen Montón, la asturiana se está destapando hasta ahora como una inteligente gestora sin una querencia especial por las medidas electoralistas y los fuegos de artificio en estos tiempos políticos convulsos que le han tocado vivir.

Como punto de partida, por ejemplo, acertó casi de pleno al configurar el núcleo duro del equipo que le acompaña en su andadura ministerial. El secretario general, Faustino Blanco, por ejemplo, fue cocinero antes que fraile tras su paso por la Consejería de Salud de Asturias y cuenta con suficiente mano izquierda como para capear los problemas sin levantar inquinas ni generar enemistades gratuitas dentro de un sector que conoce a la perfección. También acertó Carcedo manteniendo a Patricia Lacruz al frente de farmacia. Es cierto que la valenciana no pasará a la historia de los altos cargos idolatrados por la industria farmacéutica y la farmacia, pero se está destapando como un personaje sorprendente, capaz de consensuar sin estridencias políticas de ahorro hasta con las autonomías de signo político contrario en las comisiones del Consejo Interterritorial.

Carcedo acierta porque el Ministerio interviene allí donde puede haber un fuego incipiente. Si los médicos están inquietos, les recibe. Si la primaria se agita, promueve un plan de transformación que distrae a las siempre inquietas sociedades científicas. Si las enfermeras se mueven, recupera de la chistera el conejo de la prescripción alternativa. Si Hacienda le tira de las orejas por el crecimiento del gasto, impulsa la prescripción por principio activo sin recurrir a las pérfidas subastas, reactiva los precios de referencia y facilita que los biológicos sean intercambiables.

Si las farmacias pían, la ministra ensalza el papel de la distribución, lo que es garantía de que sus márgenes no sufrirán alteraciones. La ministra detectó pronto también la ofensiva de los vapeadores y, en pleno auge del tabaquismo, ha decidido financiar una de las terapias existentes para ayudar a dejar de fumar, desactivando los movimientos de la industria y convirtiéndose al mismo tiempo ante la opinión pública en abanderada de la lucha contra la adicción.

La ministra ha tenido asimismo tino con la prensa. Aunque no sea especialmente mediática, no ha perdido ocasión de trazar sinergias con los informadores, en un movimiento inteligente que le blinda ante posibles críticas. Otro de sus aciertos, de momento, ha sido el de no satanizar a la Sanidad privada. De hecho, no está muy claro aún que la Ley 15/1997 que en su día respaldó el PSOE vaya a cambiarse en caso de que este partido pueda llegar a gobernar tras las elecciones.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué alto cargo del Ministerio trae por la calle de la amargura a la industria por los movimientos que realiza entre las comunidades?

¿A qué ex sanitario del PP se le ha subido el nuevo cargo a la cabeza?

¿Qué gerente de un hospital madrileño despierta recelos en la Consejería? ¿Por qué?

¿Qué gerente sanitario del norte de España actúa como topo del presidente de su Comunidad y le informa de todos los desvaríos que comete la Consejería de Salud?

¿Qué consejero de Salud diferente del anterior no termina de convencer a su presidente autonómico?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

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