El pacto de la reconstrucción es una cortina de humo

Ya sé que lo que voy a decir no es políticamente correcto y que me adentra en lo que las huestes del progresismo consideran una herejía, pero no creo, ni creeré nunca en un pacto de reconstrucción, como no creí ni lo haré tampoco en un pacto por la Sanidad. El solo nombre, orweliano, como todo lo que emana de Moncloa, ya repele.

La intentona de embaucar a la población en torno a una unidad inexistente, también. Los que tenemos cierta edad sabemos ya por experiencia cuál es la finalidad real de las rondas de comparecencias con opiniones de expertos que luego se ignoran y de los informes vacuos repletos de generalidades de los que nadie parece tener derecho a descolgarse. Cuando los partidos de la oposición se suman, los ciudadanos reciben la falsa sensación de que el Gobierno está cargado de buenas intenciones.

Cuando lo rechazan, se transmite que la culpa es de ellos, aunque no gobiernan ni toman decisiones. Es tan viejo el truco como la democracia misma, y por eso huele a kilómetros de distancia. Apesta, más bien. El intento de atrapar al otro por la vía del pacto edulcorado no es patrimonio de ningún partido. Lo intentó el PP con Romay y ha apelado también a él el PSOE en varias ocasiones. La última, ahora. A estas alturas debe quedar claro que es responsabilidad exclusiva del Gobierno articular las medidas suficientes para que no se repitan los gravísimos errores que cometió en enero, febrero y marzo con el resultado que todos hemos visto. Lo demás son zarandajas que no arreglarán la Sanidad. Fuegos de artificio que se esfumarán ante los ojos de los que los miraban ensimismados.

¿Qué hay que hacer para que no vuelva a repetirse la trágica cadena de fallos? Lo primero, dotar de recursos a la Sanidad, y no vale con decir que tendrá que recibir un 7% del PIB. Si es así, habrá que explicar de dónde saldrá ese dinero y que se dejará de pagar a cambio. Lo demás son agua de borrajas y más mentiras. Lo segundo, reinstaurar un Ministerio de Sanidad serio, con recursos y competencias plenas en Salud Pública y altos cargos competentes. Un ministerio en el que el ministro sepa de Sanidad y en el que se impida que cualquiera que pase por allí sea director del Ingesa, de ordenación profesional o coordinador de alertas. Un ministerio en el que tener del carné de partido reste en lugar de que sume y en el que todo aquel que pose con chupa de cuero pese a tener 40.000 muertos a sus espaldas sea destituido ipso facto. Lo tercero, involucrar a los sanitarios con mejores condiciones laborales y salariales, y lo cuarto, modificar el régimen jurídico que lastra hoy el sistema para hacerlo competitivo y eficiente, involucrando más en la tarea a la privada, en lugar de satanizarla.

PREGUNTAS CON RESPUESTA

¿Qué candidato a la presidencia de Sedisa ha creado una candidatura por la única razón de que detesta a un miembro de la que va en otra?

¿Qué gran compañía farmacéutica que no está en Farmaindustria baraja adherirse a la patronal?

¿Qué alto cargo del Ministerio que dejó vendido al ministro con sus errores durante la pandemia ha vuelto a levantar cabeza y a provocar las quejas del sector que le corresponde porque sabe que Illa no tiene sustituto para el relevo?

¿Cuánto obligará Sanidad a pagar en 2020 a las empresas representadas por dos patronales que hasta ahora no participaban en el acuerdo de contención del gasto farmacéutico?

Sergio Alonso

Autor Sergio Alonso

Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN

Leave a Comment