La aventura de ser enfermera o enfermero

Hace muchos años que soy enfermero y tengo que reconocer que me siento orgulloso de serlo.Todavía, hoy, siento que elegí una profesión con un potencial y un recorrido para su desarrollo descomunal. Durante los años que llevo ejerciendo mi profesión no he dejado de aprender. Muchas veces tengo la sensación de haber cursado tres o cuatro carreras, de haber explorado en cada uno de ellas un mundo distinto y de haber adquirido nuevas perspectivas de cómo relacionarme con los pacientes y usuarios. Cada año que pasa me siento más cercano de los pacientes, ese reducido núcleo de personas a las que atiendo y a las que trato de cuidar de la mejor manera posible. Es para eso, para lo que nos hemos formado y permanecemos formándonos a lo largo de toda la vida.

Sin embargo, y a pesar de que llevo casi cuarenta años entre formación y ejercicio en este ámbito, a pesar de que hemos construido un sistema sanitario genial entre todos los sanitarios de este país, a pesar de que reinventamos la Atención Primaria, a pesar de que hemos defendido un sistema público, gratuito y universal, y que hemos ayudado más que otros, nosotros, los enfermeros y enfermeras de este país no hemos recibido el trato que como profesión deberíamos haber recibido. Hemos aportado mucho más que otros, y además mientras lo hacíamos, hemos tenido que reinventarnos a la vez que nos formábamos para construir la ciencia del cuidado. Una ciencia, que para los gobiernos de este reino no debe valer gran cosa, pero que para los pacientes si que vale todo un reino.

Hoy, independientemente de la necesidad de un puesto de trabajo para poder subsistir de una profesión, hace falta que la sociedad necesite a esa profesión para que la profesión subsista y sea demanda. Por se tan obvio, por esperar que las enfermeras estén siempre ahí, hoy, pertenecer a esta profesión es emprender una aventura, la aventura de ser enfermera o enfermero en un país que, mediante la acción de los ignorantes de sus gobernantes, la humilla, la devalúa, la afrenta, la manda al paro y la utiliza para ajustar las cuentas. En unos años, los que permanezcan en la profesión, habrán vivido una gran aventura porque estoy seguro de que irán con la cabeza alta, la habrán “empoderado”, habrán respondido a las afrentas de los ignorantes, habrán resuelto el problema del paro, no se presentarán más de 20.000 enfermeras a 500 plazas y no dejarán que  nadie perjudique a los pacientes por ajustar unos presupuestos faltos de sentido y oportunidad política.

 

Fidel Rodríguez Rodríguez

Autor Fidel Rodríguez Rodríguez

Expresidente del Colegio de Enfermería de Ávila y analista de la profesión con una crítica sincera, desde la vertiente sanitaria y universitaria

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