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¿Cómo comunicarse con un paciente sordo?

La comunicación entre los enfermeros y los pacientes sordos es uno de los grandes retos de estos profesionales, que en muchas ocasiones se encuentran con grandes dificultades para poder transmitirles los mensajes igual que al resto de pacientes. La falta de intérpretes en los hospitales ha hecho que los enfermeros tengan que ingeniárselas para que la comunicación con estos pacientes sea lo más acertada posible. Debido a estos obstáculos, Raquel Ule, una enfermera guipuzcoana, ha diseñado un método basado en pictogramas para ayudarse a la hora de hablar con personas sordas que han desarrollado la hipoacusia antes de aprender el lenguaje.

“En un primer momento se puede pensar que te leen los labios o que escribiéndoles puedes comunicarte con ellos, pero hay muchas personas sordas que no se han formado en el lenguaje y no pueden responderte de esta manera”, comenta Ule, ganadora del premio del público en la VIII edición de las Jornadas de Innovación e Investigación Enfermera Conocer-nos, que ha organizado el Colegio de Enfermería de Guipúzcoa.

La enfermera comenzó a investigar en este campo cuando vio a un paciente sordo en una charla que explicaba que “su hija de cuatro años escribía y leía mejor que él”. Hay muchos afectados que no saben la gramática ni la ortografía y que leen memorizando las palabras. A partir de este momento es cuando decidí estudiar cómo podríamos mejorar la comunicación con estos pacientes”, afirma Raquel Ule.

La metodología que ha diseñado Ule consiste en unos cartones con unos pictogramas en los que están dibujados diferentes muñecos que simbolizan dolor en el pecho, vómitos, diarreas y alergias, entre otros, para que los pacientes puedan señalar directamente cuál es su dolencia. Además, también tienen que elegir en otros cartones, por ejemplo, el color del vómito o de la diarrea, el momento del día en el que les ocurre...

“Esta manera de comunicarme con ellos ha tenido muy buena acogida entre los pacientes a los que he entrevistado, ya que en Guipuzkoa no existe ninguna otra metodología de este tipo. En el País Vasco, la Asociación de Personas Sordas pone a su disposición a intérpretes previa petición, pero en el momento que haya dos personas que lo necesiten, puede que este ya no llegue a tiempo a las dos consultas”, comenta Ule.

Aunque este medio de comunicación todavía no está instaurado de manera oficial, a la enfermera le gustaría que se pudiese usar en un futuro para facilitar el trabajo a todos los profesionales sanitarios, ya que “evitaría los nervios a la hora de enfrentarse a estos pacientes por el miedo a que no te entiendan o tú no entiendas lo que quieren explicarte”.

Estudio cualitativo

En el estudio cualitativo que llevó a cabo Raquel Ule también han participado enfermeros de varias áreas, que reconocen que como muchas veces no saben comunicarse, simplemente se limitan a ponerles la medicación, pero no pueden darles explicaciones como sí lo hacen con las personas que oyen. En relación con el material que usan los enfermeros, Ule también ha diseñado otros pictogramas con los instrumentos que utilizan para así poder puntualizarles qué es lo que les van a hacer y cómo se les va a proporcionar la medicación y los cuidados.

La principal conclusión que saca ella de este estudio es que los enfermeros no son conscientes de este problema hasta que les toca atender a alguien sordo o hasta que tienen un familiar cercano con esta minusvalía. “Muchas veces no somos conscientes de que las personas sordas también se ponen malas y cuando nos encontramos con estos casos no sabemos ni cómo actuar. Siempre los atiendes, pero, al final, no les das tantas explicaciones como al resto ni te involucras tanto con ellos”, explica Raquel Ule.

En esta misma línea, considera que la comunicación con estos y con cualquier paciente es fundamental porque “la relación terapéutica es la que marca la calidad de los cuidados y al final con lo que se quedan es con cómo les has atendido tú”. Entre los encuestados, la mayoría confirma que el gran problema es que la relación con los profesionales no era buena por la falta de comunicación y al final se ponen más nerviosos por entenderse que por la enfermedad que tienen.

 

Ángel M. Gregoris