Ébola, la guerra del cloro frente al virus

Ofrecer formación específica, con las prácticas lo más reales posibles para todo el personal que vaya a trabajar en el epicentro del ébola es el objetivo de Cruz Roja. Para ello, la organización ha construido en Madrid una réplica del Centro de Tratamiento del virus en Kenema (Sierra Leona). Diarioenfermero.es se ha colado en sus instalaciones para ver cómo es el día a día de estos sanitarios.

“Una vez que nos vestimos en la zona dressing, que es una tienda que contiene todo el material necesario, pasamos al área de alto riesgo que se divide en diferentes zonas: casos sospechosos, probables y confirmados.

El flujo de este centro es unidireccional de modo que se puede seguir hacia delante, pero no se puede retroceder para evitar la infección cruzada entre unas áreas y otras”, explica Lucía Benavente, delegada de Emergencias de Cruz Roja. La seguridad es máxima durante todo el recorrido, entre un sitio y otro se lavan las botas en agua con cloro en alta concentración para desinfectar todo el material contaminado que pudieran llevar en ellas.

El proceso de la puesta del EPI es clave. Hay que hacerlo despacio para tapar todas las zonas del cuerpo. Además, los compañeros revisan que ninguna zona quede expuesta al ambiente. “Aquí es importante el trabajo en pareja. Podemos compararlo con el submarinismo: tienes que cuidar de tu compañero y él de ti; de tal forma que si uno de los dos tiene algún problema o incidente, los dos miembros de la pareja salen fuera”, comenta Benavente. Como con los trajes los sanitarios son difícilmente reconocibles apuntan su nombre y posición (enfermero, médicos, sprayer…) en su traje. Lo primero que hacen es repartir las tareas, como se hace sobre el terreno en Sierra Leona: suele haber dos enfermeras, un higienista y un encargado del sprayer (pulverizador).

Sospechosos

En el área de pacientes sospechosos, es el profesional del centro de tratamiento el encargado de decidir si un paciente encaja en la definición de sospecho de ébola o no.

“Los ingresamos en esta zona hasta que se les hace una analítica y obtenemos el resultado. Si es negativo se le da el alta y si sale positivo, sería trasladado a la zona de confirmados. Intentamos que en las tiendas haya pocas cosas para facilitar todas las tareas de limpieza y desinfección”, relata Benavente. Aunque en Madrid no hay zona de probables por cuestión de espacio, en Kenema sí que existe.
La tienda donde se encuentran los casos confirmados sería otro de los espacios. “La estructura de las tiendas y el contenido es exactamente igual. Una de las peculiaridades de nuestro centro es que hay un sistema de canalización de agua diferente. Tenemos la simulación de lo que serían tres grifos: rojo, (agua con cloro al 0,5%) que contiene una alta concentración para desinfectar y limpiar, amarillo (agua con cloro al 0,05%) con menor concentración que sería para el lavado de manos, y el verde, que tiene agua potable para que los pacientes puedan beber”, argumenta Benavente.

Una vez se han realizado las diferentes tareas con los pacientes, los sanitarios pueden pasar a la zona de undressing para quitarse los equipos de protección o a la zona de la morgue, donde se ubicaría a los pacientes que han fallecido.

“Intentamos que los fallecidos permanezcan el menor tiempo posible dentro de este espacio. Cuanto antes se avise a las familias mejor. Una de las ventajas que tenemos es que justo hay un cementerio cerca del centro de tratamiento y nosotros contamos con nuestros propios equipos que se encargan de los enterramientos, por lo que no es necesario esperar a que un equipo del gobierno venga a recoger el cadáver. Podemos hacerlo nosotros”, argumenta Benavente.

La recepción de las ambulancias es otra de las prácticas que se llevan a cabo en el centro de Madrid. “En este momento se dan situaciones difíciles porque puedes encontrar un solo paciente en la ambulancia o, de repente, tener seis o siete… y todos mezclados. Puede haber gente muerta, niños… Por eso a la recepción van equipos de varias personas con diferentes roles para hacer la tarea de forma más segura”, recalca Benavente.

Gestión de un cadáver

La última práctica del curso es hacer la gestión de un cadáver. Es el instante más crítico porque es el momento de máxima carga viral. “Es cuando el virus ha ganado la batalla al sistema inmune y ha hecho que la persona fallezca. Por tanto, es la forma más contagiosa. Como todos los procedimientos de la zona de alto riesgo, se realiza despacio, con mucho cuidado sin perder el control, permaneciendo muy concentrados y pendientes de los compañeros”, explica Benavente.

Quitarse el equipo es otro momento clave. En cada tienda hay dos puestos y proceden de uno en uno para quitarse el traje. “Por mucho que los hayas hecho un millón de veces, hay que estar concentrado en todo momento y seguir las indicaciones del compañero que va a ayudarte a desvestirte”, finaliza.

A. Gutiérrez / A. Almendros

Medios

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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