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Alonso se burla de las movilizaciones de la enfermería contra su RD de prescripción

A pesar del clamor general que se escucha en el mundo sanitario, de los representantes institucionales a los profesionales de base, de directivos a los consejeros de Sanidad, el ministro de Sanidad en funciones, Alfonso Alonso, sigue empeñado en no abandonar su actitud de manifiesto desprecio e indiferencia hacia los 274.000 enfermeros españoles. Unos profesionales que han visto cómo la traición perpetrada por el Gobierno que preside Mariano Rajoy y del que forma parte Alonso les ha dejado en una situación de total inseguridad jurídica, les cercena sus responsabilidades en materia de prescripción de fármacos y aboca al sistema sanitario al caos, con un perjudicado principal que es el paciente. 

Con hasta seis autonomías solicitando la convocatoria urgente de un Consejo Interterritorial para abordar el problema, dos a punto de interponer un recurso ante el Tribunal Supremo y los enfermeros convocados a una huelga competencial, Alonso se vuelve a burlar de los profesionales y los consejeros autonómicos que denuncian los “absurdo” e “inaplicable” que es su Real Decreto de Prescripción. En lugar de buscar la senda del diálogo y rectificar el cambio introducido a última hora a espaldas de la profesión enfermera, el titular de Sanidad ha calificado la movilización política y profesional como “polémicas estériles” en las que no piensa entrar y que la normativa aprobada en Consejo de Ministros el pasado 23 de octubre -y publicada en el BOE un día antes de Nochebuena para que pasara desapercibida- mejora –según Alonso- la situación de los enfermeros.

Las palabras del ministro han causado estupefacción entre la enfermería. Ahora, atados los enfermeros de pies y manos para decidir sobre fármacos que ya manejan cada día y supeditados a los criterios de un médico su situación se retrotrae a la realidad de la profesión hace 40 años y no a los estudios superiores con los que se obtiene su Grado universitario.


Pero no sólo eso, sino que en un gesto altivo, Alonso ha menospreciado las movilizaciones y la reacción de la enfermería ante la traición perpetrada por el Ejecutivo y ha afirmado que “ya han reaccionado con mucha virulencia y, por tanto, no temo nada. He evitado meterme en otro tipo de polémicas que creo que son estériles, que seguramente obedecen a otras cuestiones, y que, sinceramente, no creo que formen parte de mi deber como ministro", ha señalado Alonso.

Cabe recordar que el Real Decreto de Prescripción Enfermera era el instrumento que iba a desarrollar el mandato de las Cortes para regular la situación de la enfermería en materia de medicamentos y que en 2009 salió del Parlamento aprobado por unanimidad. Tras la inacción de la ex ministra Ana Mato, Alonso se comprometió a cumplir lo acordado en sede parlamentaria y años después firmado su predecesora en presencia de Rajoy en 2013. Tras acordar con la Mesa de la Profesión Enfermera –compuesta por el Consejo General de Enfermería y el Sindicato SATSE- unos términos que acabarían por fin con uno de los problemas enquistados en la sanidad española, el Consejo de Ministros aprobó en el último minuto un texto adulterado que mermaba las competencias del enfermero y alteraría el normal funcionamiento del sistema sanitario. Para los profesionales, el inesperado y vil golpe supuso una traición sin precedentes a un colectivo sanitario.

Horas antes de Nochebuena

A pesar de la firmeza de sus palabras, la publicación del decreto se ha dilatado tanto que expresa como poco una inseguridad sobre la conveniencia y legitimidad del cambio introducido en el RD. De hecho, se ha convertido en la norma publicada en el BOE con mayor retraso desde su aprobación en Consejo de Minstros de la historia de la democracia. Y cuando finalmente el Ministerio dio el paso fue pocas horas antes de Nochebuena, un día de escasa actividad política y mediática.

Desde que entró en vigor el decreto, en la antesala de la Navidad, las enfermeras no deberán usar ni indicar ningún medicamento sujeto a prescripción médica, si antes no tienen la prescripción del médico. A este respecto, cabe recordar que hasta ahora, en su trabajo diario, los enfermeros usan e indican un buen número de medicamentos de prescripción médica de manera habitual.

El texto obliga al enfermero a no tomar ni una sola decisión respecto a dichos fármacos, obligando a que el paciente pase previamente siempre por el médico que deberá realizar un diagnóstico, determinar la prescripción y elegir el protocolo a seguir. Este proceso se repetirá ante la más mínima variación del estado del paciente, obligando al ciudadano a volver al médico una y otra vez para que realice su seguimiento.

Alfonso Alonso, instalado en una especie de realidad paralela, califica esa limitación del trabajo de la enfermería como un éxito y con cierto grado de condescendencia ha manifestado a los periodistas que "además, tienen también la puerta abierta para poder obtener una acreditación y, por tanto, para poder realizar la labor que vienen realizando de una manera perfectamente segura. Su situación hoy es mejor que la que tenían antes y eso es lo que a nosotros nos ha preocupado", ha zanjado el ministro en funciones en una intervención que intenta en vano mostrar una realidad distorsionada e ideal de la que vive hoy la enfermería gracias a los cambios legislativos que el Ejecutivo introdujo antes de concurrir a las Elecciones Generales.

S. Jiménez