Sin temor ante al espejo

El deseo de las pacientes que encontramos en la Unidad de Maquillaje Terapéutico del Hospital Ramón y Cajal de Madrid es superar el miedo a mirarse al espejo y volver a reconocerse en la imagen que les devuelve, como antes de sufrir su enfermedad o accidente. Aquí encuentran alivio en personas que les brindan apoyo estético y psicológico basándose en una creencia: el paciente que tiene una imagen positiva de sí mismo ve mejorada su calidad de vida.

La mayoría son mujeres que padecen discromías, melasmas, vitíligo, acné, quemaduras y cicatrices. Pero también pacientes que se han sometido a tratamientos de quimioterapia o a un cambio de sexo. Aquí todos los maquillajes están testados en pieles sensibles, cuentan con protección solar y son completamente hipoalergénicos.

Enfermeras y voluntarias

El motor de la unidad son dos enfermeras del Servicio de Dermatología y dos esteticistas voluntarias de la Asociación Española Contra el Cáncer. Una de ellas, Laura Gómez, explica: “Me gusta ejercer el voluntariado y con el maquillaje, que es lo que domino, puedo ayudar a otras personas. Muchas vienen bloqueadas, algunas piensan que pueden contagiar a otras. El contacto físico es una manera de derribar ese muro. Al tocar a un paciente, le estás demostrando que le aceptas”.

La enfermera a la que acompaña Laura se llama Mayte Embid. Su mayor preocupación, explica, “era qué podía yo aportar como enfermera al paciente. Es cierto que vienen para que les enseñemos a ocultar sus cicatrices, pero lo primero que debemos conseguir es que acepten las alteraciones de su piel. Una vez han hecho eso, entonces empezamos a maquillar. Esto nos enriquece, nosotras mismas estamos aprendiendo”.

¿Qué buscan quienes llegan a esta unidad? La respuesta nos la da Ángeles de la Riva, enfermera y autora de la primera tesis doctoral sobre el uso de maquillaje terapéutico en personas con lesiones desfigurantes: “Buscan deshacerse de su complejo y que los demás no se queden mirándolos. Aquí encuentran apoyo, afecto y cariño. Se sienten a gusto porque todos padecen de lo mismo. Y cuando uno está entre semejantes, se encuentra bien. Esto no es sólo un taller de maquillaje; es un taller de personas y de cuidados”.

Abriendo camino

Esta Unidad de Maquillaje Terapéutico es pionera en Madrid. Abrió sus puertas en el año 2008 inspirada en una experiencia anterior: la unión  en Francia de un maquillador profesional con la Asociación de Grandes Quemados gala. La finalidad del maquillaje que se aplica aquí es, ante todo, camuflar imperfecciones. Por eso en los tocadores encontramos infinidad de correctores y bases en todos los tonos de piel que uno pueda imaginar. “Durante la primera y la segunda sesión vamos haciendo pruebas. Nosotras somos enfermeras, no sabíamos maquillar. Para eso tenemos la ayuda de las esteticistas y hemos hecho algunos cursos”.

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En el último tocador de la sala está Mireia. Tiene 34 años y el lupus que padece le provoca manchas en la cara. Viene aquí a disimularlas. Lleva varias sesiones y ya puede automaquillarse, así que simplemente va siguiendo los consejos de Begoña Lechuga, la estilista que le corresponde: “La primera vez que vienen llegan cohibidas, no saben a lo que se van a enfrentar, pero nosotras las acogemos con cariño y con tacto. Les damos un masaje de bienvenida en cabeza y cuello para que se sientan cómodas. En seguida se desinhiben”, explica la voluntaria.  

Un cuidado paliativo

Que el maquillaje terapéutico cumple con su finalidad parece evidente a la vista de la satisfacción con que salen las pacientes. No obstante, la dosis de realismo la pone Ángeles De la Riva: “Esto  es un cuidado paliativo, no es un cuidado curativo. En el momento en que no tienen su maquillaje, su lesión o su enfermedad siguen ahí, y sólo la cubren esporádicamente o a diario”. Para ella lo más importante son las sensaciones que los pacientes experimentan cuando están en el taller, ese sentimiento de protección. Su compañera Mayte concluye: “Los pacientes llegan con miedo, muchos no se quieren a sí mismos o creen que lo que les ocurre es un castigo. No tienen claro el concepto de su alteración. Nosotras pretendemos hacerles ver que las lesiones pueden ser una parte de su vida, pero no un impedimento para vivirla”.

 

Ana Muñoz

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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