Imprimir esta página
Lunes, 04 Diciembre 2017 14:42

Las CC.AA. ponen en riesgo la salud de los enfermeros al incumplir la normativa sobre bioseguridad Destacado

Escrito por

Desde 2013 la directiva europea que regula la bioseguridad es de obligado cumplimiento. Sin embargo, no sólo no se han reducido los riesgos biológicos por pinchazos accidentales que sufren los enfermeros sino que no han aumentado. Así, han pasado de 4619 en 2013 a 5560 en 2015 en hospitales, y de 98 a 123 en centro de salud. De hecho, según el estudio que ha presentado el Observatorio de Bioseguridad de la Mesa de la Profesión Enfermera, –integrada por el Consejo General de Enfermería y por el Sindicato de Enfermería, SATSE–, casi el 96% de los encuestados afirma que se han producido accidentes biológicos en los centros hospitales, especialmente en urgencias y cuidados críticos y quirófano.

 

El estudio, realizado a través de encuestas online a las enfermeras centinela del observatorio de 144 hospitales y centros de salud de todo el territorio nacional también concluye que existe un a considerable infradeclaración. El 32% de los accidentes biológicos ocurridos en los hospitales y el 24% en los centros de salud no se declara ante el servicio de prevención. Ello eleva de forma sustancial la cifra real de accidentalidad por pinchazo, corte o salpicadura, respecto de los accidentes efectivamente registrados. “Este hallazgo, detectado por el estudio presentado hoy, pone de manifiesto el incumplimiento de la normativa vigente sobre bioseguridad sanitaria, con el consecuente riesgo para la salud de los enfermeros”, afirma la Mesa.

Como explicaba Manuel Cascos, presidente de SATSE, “las lesiones pon pinchazo accidental son el principal riesgo para la enfermería, pues favorecen el contagio de más de 20 virus, que incluyen el VIH, así como la hepatitis B o C”.

Para la Mesa de la Profesión Enfermera, “hay dos elementos muy importantes que pueden influir significativamente en este aumento de la accidentalidad. Por un lado, la falta de evaluación específica de riesgos laborales, y, por otro, la ausencia de formación acreditada en materia preventiva a los propios profesionales” a lo que suma la sobrecarga asistencial. De hecho, el 35,4% de los centros no cuenta con un procedimiento de trabajo seguro, que considere las condiciones laborales de las enfermeras (sobrecarga, dotación de personal, factores psicosociales, etc.).

Distribución desigual

La prevención de lesiones causadas por instrumentos cortantes y punzantes en el sector sanitario exige establecer procedimientos de bioseguridad y la introducción de dispositivos con mecanismos de bioseguridad integrados, como agujas retráctiles, por ejemplo. Pero estos avances no están suficientemente implantados, y su observación no es ni total ni homogénea en el conjunto de centros del Sistema Nacional de Salud (SNS). Así, solo el 30,1% de los encuestados afirma que en su centro de salud han proporcionado material de bioseguridad en gran medida, mientras que este dato se sitúa entre el 48 y el 51% en hospitales.

Por comunidades autónomas Galicia, Asturias, Aragón y Cataluña son las comunidades que menos han implantado las agujas seguras. Asturias está muy por debajo de la media en la sustitución de palometas para extraer sangre, y Galicia sólo llega al 10% en las jeringuillas para diabéticos. El único apartado donde existe una tasa de cumplimiento efectiva es en las lancetas para la extracción de sangre capilar. Sin embargo, como recordaba Rafael Jesús Álvarez, vicesecretario general del Consejo General de Enfermería y experto en bioseguridad, “desde 2013 la normativa obliga a todas las comunidades autónomas a sustituir todo el material corto-punzante peligroso por otro de bioseguridad. El que haya centros donde todavía cuenten con material antiguo es inadmisible pues el propio empleador es que el está poniendo en riesgo la seguridad de los enfermeros”, explicaba en la rueda de prensa.

Y no sólo es que no hayan sustituido el material antiguo, Manuel Cascos, presidente SATSE ponía el ejemplo de Andalucía, donde pese a ser una comunidad con un alto grado de cumplimiento de la directiva, “para la actual campaña de la gripe han adquirido un millón de dosis de vacunas sin protección de seguridad. Eso son un millón de posibilidades de que un enfermero se pinche de forma accidental”.

Medicación peligrosa 

En el ámbito sanitario, uno de los fármacos peligrosos más conocidos y empleados son los citotóxicos, medicamentos diseñados para destruir las células que crecen de forma rápida y descontrolada, evitando su replicación o crecimiento. Estos medicamentos, habituales en el tratamiento del cáncer, se utilizan cada vez más en otros muchos ámbitos sanitarios, como en hematología o reumatología, así como en el manejo de enfermedades no cancerosas como la esclerosis múltiple, la psoriasis o el lupus eritematoso sistémico. Además de éstos, los profesionales manejan otros medicamentos peligrosos que son de uso común en numerosas unidades y ámbitos sanitarios, incluida la Atención Primaria. En total son están reconocidos hasta 217 medicamentos peligrosos.

La Unión Europea recomienda para la manipulación de estos fármacos la puesta a disposición de todos los profesionales del equipo de protección individual (EPI) y la transferencia de fármacos en un sistema cerrado, además de formación e información suficiente a los sanitarios. Sin embargo, según el informe del Observatorio de Bioseguridad, sólo en el 47,2% de los centros sanitarios existe un protocolo que obligue a la utilización de un sistema cerrado de preparación y administración de medicación peligrosa. Además, en más de la mitad de los centros no se ha realizado una evaluación de los riesgos laborales que asumen los enfermeros que manejan productos citostáticos. Riesgos que incluyen que los profesionales puedan desarrollar algún tipo de cáncer, o sufrir malformaciones o abortos en caso de embarazo.

Como explicaba Carmen Vide, responsable de riesgos laborales de Satse, “al margen de la directiva de prevención de riesgos laborales del año 204, no hay una normativa que obligue a aplicar medidas de seguridad específicas”, especialmente en la administración de este tipo de medicación. En los centros donde sí existe ese protocolo, resulta especialmente llamativo el desconocimiento respecto al sistema utilizado, ya que el 53,9% no sabe qué tipo de sistema se utiliza para la administración de medicación peligrosa.

Ébola

El periodo de estudio, de 2013 a 2015, ha sido coincidente en el tiempo con la crisis epidemiológica y social sobre el virus ébola sufrida en nuestro sistema sanitario, a propósito del contagio laboral de un profesional sanitario. Como explicaba Vide, “con el ébola se hicieron las cosas muy mal. Lo más grave de todo es que se minusvaloró el riesgo y faltó formación e información a los profesionales”.

En este contexto, en nueve de cada diez centros recibieron equipos de protección individual frente al virus ébola, pero el 68% de encuestados en centros de salud y el 48% en hospitales, consideran que los equipos de protección personal no cumplían con todas las especificaciones técnicas reglamentarias recomendadas por el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC). Además, sólo el 22,2% de los entrevistados considera que se formó a todas las enfermeras de su centro de trabajo.

Conclusiones

Para la Mesa de la Profesión Enfermera todos estos datos ponen de manifiesto la importancia de monitorizar la vigilancia y control del cumplimiento normativo, para garantizar la seguridad de las enfermeras, así como la necesidad de emprender un plan estratégico de mejora de las condiciones de seguridad de las enfermeras, incluyendo un macroestudio a nivel europeo sobre la incidencia real de este problema.

Como destacaba Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería, en Europa hay 3,5 millones de trabajadores sanitarios, “el 35% de ellos está expuesto a infecciones por cortes o pinchazos accidentales, es decir, 1,2 millones puede contraer un virus potencialmente mortal, así que es primordial establecer medidas de prevención y seguridad, porque invertir en ello es invertir en la seguridad para profesionales y pacientes”.

Por ello, desde la Mesa de la Profesión Enfermera han anunciado que presentarán las conclusiones de su estudio a todos los implicados: Ministerio de Sanidad, consejerías, así como empresas privadas.