Centenario del CGE

En el año 2002 se celebró el centenario del Consejo General de Enfermería. Una andadura que, con el antecedente de los Colegios de Madrid y Sevilla, se iniciaba en el año 1902, fecha en la que su Majestad el Rey D. Alfonso XIII recibía a la entonces Primera Asamblea General de nuestra Organización.

En ese, ya largo periodo, se han sucedido múltiples circunstancias que, a modo de verdaderos hitos, han ido configurando, no solo una corporación sólida y comprometida con la salud de nuestros ciudadanos, sino también una institución que ha ido marcando, unas veces como protagonista y otras como impulsor activo, los escalones de un proceso de desarrollo y crecimiento profesional de los que la sociedad se beneficia día a día y minuto a minuto. Han sido, pues, cien años de compromiso institucional con un derecho básico recogido hoy en nuestra Carta Magna cuál es la Protección de la Salud de los españoles. De este modo, la Organización colegial ha sido y sigue siéndolo, fiel a su naturaleza pública y leal con las exigencias constitucionales que le dan sentido, relevancia social y garantía para los ciudadanos en términos de excelencia profesional.

Desde los libros veterotestamentarios hasta las matronas romanas. Desde las diaconisas cristianas a las de Keiserwerht por impulso del pastor Fleidner. Desde la etapa victoriana que, en el Reino Unido, nos regaló la figura singular de Florence Nightingale y que proporcionó una sistematización inicial de los cuidados enfermeros hasta la creación, ya en nuestro país de la Primera Escuela de Enfermería de Madrid por obra del Dr. Federico Rubio y Galí que, más tarde, pasó a denominarse Escuela de Santa Isabel de Hungría. Una historia marcada, en todo caso, por ese talante de servicio a la humanidad que identifica la profesión de enfermería.

Pero, fijemos nuestra atención en un acontecer más reciente, enmarcando nuestra realidad a través de cinco hitos sustanciales en la configuración de lo que hoy ya nadie duda se trata de una profesión única, autónoma y al servicio de la sociedad.

En primer lugar una etapa inicial en el transcurso de la cual los servicios enfermeros se prestaban a través de una amalgama de profesionales, de diferente denominación, cobijada al amparo de planes de estudios diversos y de base ciertamente heterogénea.

Constituyó una etapa de disgregación que, gracias al esfuerzo, entusiasmo y liderazgo de muchos de nuestros antecesores y de muchas de las personas que aún hoy contribuyen al desarrollo de la profesión, culminó en el proceso de unificación colegial al que asistimos en el año 1977. Consecuencia de ese hecho fue la aprobación del Real decreto 1856/1978 de 29 de junio en el que se incluían los Estatutos Generales de las tres ramas entonces existentes: enfermeras, practicantes y matronas.

A partir de ese momento la enfermería, como profesión titulada y reconocida por el Estado, asumía sus competencias de ordenación, defensa y representación de la profesión a través de la Organización Colegial con su Consejo General al frente.

Esta armonización profesional puso las bases necesarias para avanzar en otros terrenos de carácter socio-profesional y, sobre todo, académico. En virtud de ello asistimos a la irrupción de la Directiva Comunitaria 77/453/CEE y la Orden de 31 de Octubre de 1977 en las que se crean las bases para la elaboración de los planes de estudios conducentes a la obtención del título de Diplomado en Enfermería. Se cumplen ahora ya más de treinta años de este hito profesional mediante el cual los entonces denominados Ayudantes Técnicos Sanitarios se incorporaron, de pleno derecho, a la Universidad generando conocimiento, contribuyendo al saber con una disciplina integradora en el ámbito de la salud y, sobre todo, participando desde la óptica interdisciplinar en la búsqueda de estrategias y soluciones propias del proceso salud-enfermedad del que nos sentimos verdaderamente corresponsables.


 

Los avances científico-técnicos, las necesidades de salud y el propio crecimiento de una profesión han venido evidenciando como el denominado enfermero generalista no puede seguir ejerciendo como "profesional de amplio espectro", capaz de asumir responsabilidades en todos los órdenes y en todas las áreas de la actividad sanitaria. Por ello dimos un paso más situándonos en el camino de la especialización. Una especialización que no aboca necesariamente a la fragmentación del individuo humano tal y como fue consideración constante y propia de la disciplina enfermera sino que facilita un mejor ejercicio de esa visión holística en el más íntimo marco de un saber específico y singular como medida para incrementar la calidad de nuestra atención cotidiana. Un modelo que incorpora con exquisita regulación y originalidad lo que, en el resto del mundo, se viene denominando “enfermería de práctica avanzada”.

Ese empeño por responder a una necesidad social tomó forma mediante Real Decreto de 3 de julio de 1987 y dieciocho años después se consolida mediante el nuevo Real Decreto 450/2005 de 22 de abril. A día de hoy, el camino recorrido, no por sinuoso, ha dejado de ser esperanzador para la profesión. Disponer de enfermeros especializados es una garantía para la salud de los ciudadanos y así se reconoce en el mundo entero. En España constituyó una demanda que confiamos ver definitivamente desarrollada.

Es importante subrayar el importante liderazgo que la organización Colegial de Enfermería viene desarrollando en el ámbito europeo e internacional y, expresamente, su colaboración profesional y cooperación solidaria con Latinoamérica. En el año 1993 celebrábamos en Madrid el Congreso Mundial de Enfermería. Un evento que congregó a más de doce mil enfermeros procedentes de todo el mundo y en el que nuestro Sistema Sanitario hizo gala de vanguardismo y solidez mucho antes de que la propia Organización Mundial de la Salud nos situara en el séptimo lugar –hoy ya el quinto- en términos de calidad de entre todos los países que configuran su Asamblea Mundial.

También, la vertiente solidaria, presente en la esencia misma de nuestra actividad, ha tomado forma articulándose a través de la creación de nuestra O.N.G "Enfermeras para el Mundo". Desde su creación ha venido realizando sucesivos proyectos educativos y asistenciales en áreas deprimidas de los países en vías de desarrollo constatando así fehacientemente la presencia de la enfermería española allá donde se expresan las miserias de un mundo todavía injusto a la hora de distribuir recursos tan necesarios como aquellos que sirven para mejorar la salud de todos y no tan solo de los que, en virtud de una mera "lotería geográfica del nacimiento" hemos tenido la suerte de vivir en el Norte y, por ello, ser beneficiarios de lo que tantos ansían exclusivamente para sobrevivir.

La profesión de Enfermería dispone de una regulación expresa de lo que se denomina "Principios básicos del ejercicio de la Profesión". La realidad "de hecho" se ha constituido en realidad "de derecho". La normativa hoy vigente explicita la misión propia de los enfermeros españoles en términos de prestación de cuidados desde la autonomía y la responsabilidad propia. Pero no solo esto sino que identifica los elementos que deben acompañar esa contribución específica a la sociedad en términos de calidad, excelencia, práctica basada en la evidencia científica y sometimiento a los principios éticos y deontológico que configuran una profesión antigua y joven a la vez.

La Organización Colegial de Enfermería es consciente -somos muy conscientes- de los grandes retos que hoy tiene planteado nuestro Sistema Sanitario. Sabemos de las dificultades que genera el compromiso irrenunciable de consolidar un sistema universal y gratuito en términos de equidad, accesibilidad y calidad asistencial. Desde esa conciencia que ha constituido una constante en su historia reciente, reiteramos hoy nuestra lealtad institucional hacia aquellos que tienen la responsabilidad directa de gestionar esos retos y esas nuevas oportunidades. Lealtad que exige de una correspondencia capaz de sumar esfuerzos en el empeño por alcanzar nuestros objetivos comunes.

Esos cien años son la referencia inmediata y el aval permanente de un compromiso y liderazgo demostrado con los profesionales, los pacientes y nuestro propio Sistema Nacional de Salud.


Contenido revisado en Marzo de 2024.
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