La medicina nuclear es aquella rama que emplea los isótopos radiactivos y las radiaciones nucleares para la prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades tales como hipertiroidismo, cáncer de tiroides, tumores neuroendocrinos, etc. Tiene una estrecha relación con diversas ciencias básicas y aplicadas, como la Física, Química, Electrónica, Cibernética y Farmacia.
Leopoldo Arranz, profesor de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud y experto de la Agencia Internacional de Energía Atómica, conoce bien el trabajo llevado a cabo por las enfermeras en este tipo de puestos: “La enfermería se encarga de preparar las dosis y administrárselas a los pacientes. Es el puesto en el que más riesgos se corren dentro de un hospital, porque esas dosis suelen ser las más altas. Los enfermeros deben conocer los elementos radiactivos, saber cómo manipularlos y evitar la contaminación del organismo de los pacientes”. Además, deben estar formados en materia de protección radiológica, gestión de residuos radiactivos, transporte de material radiactivo y legislación aplicada a este tipo de instalaciones y riesgos. Capacidades, todas ellas, que no se aprenden durante la carrera de Enfermería, según el profesor. “No, no se aprende en los años de Universidad. Hacen falta conocimientos adicionales”.
Esos conocimientos se adquirían antiguamente con la práctica diaria, de manera casi autodidacta. El profesor Leopoldo Arranz explica que “cuando era subdirector del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y teníamos que contratar enfermeras para el servicio de Medicina Nuclear, tenía que formarlas yo mismo. A veces no podían trabajar hasta varios meses después de haberlas contratado”. Ahora la situación ha cambiado mucho. El Consejo de Seguridad Nuclear exige una acreditación específica para trabajar en estos servicios, acreditación que puede obtenerse superando cursos específicos que se imparten el Escuela Internacional de Ciencias de la Salud en la que Leopoldo Arranz es profesor. “Con estos cursos, se cualifica a los enfermeros para que puedan empezar a trabajar nada más incorporarse a su puesto”.
En un momento laboralmente complicado para las enfermeras, cuando la crisis todavía hace mella sobre el empleo, la formación cobra importancia como herramienta para desmarcarse de otros candidatos a un puesto de trabajo. La formación que imparte la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud está homologada por el Consejo de Seguridad Nuclear e incluye un periodo de prácticas en un servicio real de Medicina Nuclear que “sirve para asentar los conocimientos teóricos que se han adquirido. Los alumnos experimentan cómo es trabajar en esas instalaciones, cómo hacer para no contaminarse, conocen el material que se debe utilizar, etc.”, explica Arranz, que ha impartido estos cursos desde hace más de 35 años dentro de los programas de Naciones Unidas, en países como Madagascar, Egipto, Marruecos y España.
Aún con todo, muchos enfermeros todavía desconocen que podrían buscar trabajo en estas unidades de Medicina Nuclear, y que para ello hace falta una acreditación específica que, a su vez, ejerce de “filtro” y reduce en buena medida el número de candidatos a estos puestos. La acreditación de Operador de Instalaciones Radiactivas puede abrir la puerta a un sector laboral en el que, como explica Arranz, “hay jubilaciones, hay traslados, hay aperturas de nuevos servicios… Y los enfermeros pueden solicitar todos esos puestos vacantes”.
Ana Muñoz