Sin embargo, tanto la intensidad como la duración del programa se personalizan en función de cada paciente. “Si el paciente hace ejercicio y mejora con rapidez, es una persona joven y tiene que volver a su trabajo, el programa se puede adaptar a un mes. Sin embargo, otros pacientes sí necesitarán los dos meses porque tienen desfibriladores, tienen marcapasos, han sido operados de bypass…, según la patología del paciente, así se le deja un tiempo u otro”, comenta Estrella Barreñada, enfermera de rehabilitación cardíaca.
El programa consta de cuatro pilares fundamentales
Aunque se trata de un programa multidisciplinar, la enfermería desarrolla un papel destacado en el control y seguimiento de los pacientes. Consta de cuatro pilares fundamentales: ejercicio físico, charlas de educación sanitaria, apoyo psicosocial y control de los factores de riesgo cardiovascular –tabaco, hipertensión, obesidad…– y la enfermería trabaja en los cuatro. “El más importante –explica Barreñada- es el ejercicio. Junto al fisioterapeuta, estamos vigilando que no haya arritmias”. Aparte de estar monitorizados, continuamente toman la tensión, antes, durante y después, y se hace una estrecha vigilancia del índice de masa corporal: cada semana han de pasar por la báscula.
El contacto con los pacientes durante la sesión es continuo. Utilizan la denominada “escala de Borg” que, como explica la enfermera de la unidad es “una medida de la sensación que el paciente tiene del esfuerzo. Según la medida que nos da sabemos si está en ligero, medio o intenso. En rehabilitación cardiaca tenemos que trabajar entre el 10 y el 14 –la escala mide del 6 al 20–. Nunca debemos de pasarnos, pero tampoco quedarnos demasiado abajo porque si no, no estamos trabajando ese corazón”.
El otro gran pilar es la educación sanitaria con charlas semanales impartidas por distintos profesionales. “La educación sanitaria se ha visto que consigue los hábitos de vida que ha adquirido el paciente, los mantenga más en el tiempo. Los que faltan a las charlas recaen más fácil en el tabaco, dejan la dieta más rápido y pueden sufrir eventos más pronto”.
Un 80%, hombres
La mayoría de los pacientes son hombres, un 80%, con una media de edad de 58 años. “Las mujeres suelen tener los infartos de forma más tardía porque están protegidas por los estrógenos y además no vienen a rehabilitación cardiaca por su trabajo en su casa, por cuidar a sus hijos, por cuidar a su mayores o simplemente porque no han hecho ejercicio en su vida. Según son más jóvenes vienen más a rehabilitación, pero con las mujeres mayores tenemos más problemas. Sería fundamental que las mujeres entendieran que el ejercicio es importante para su corazón”, explica Barreñada.
La educación sanitaria y el apoyo psicosocial, claves
Al final, el objetivo es que comprueben que es posible llevar una vida totalmente normal, pese a haber sufrido algún evento cardiaco. “Cuando empecé yo pensé que no iba a poder hacer esto, y ahora ya cada día que va pasando me he ido viendo mejor, bastante mejor. Con mucha fuerza, con muchas ganas de seguir haciendo ejercicio”, comenta Mario, uno de los pacientes en rehabilitación. Una de las claves, a su juicio, es que comparten experiencias, “cuando escuchas las historias de los demás te das cuenta de que lo tuyo no es tanto, y eso te anima”. De hecho, están tan implicados, que los pacientes en rehabilitación, con la colaboración de los profesionales del hospital, han creado la Asociación Cardiosaludable Madrid Sur, ACARMAS, que organiza paseos saludables. Incluso han participado en la carrera popular del corazón.