El insomnio multiplica por ocho el riesgo de ictus en adultos jóvenes

Entre un 20 y un 40 por ciento de los españoles adultos tiene dificultades para conciliar o mantener el sueño en algún momento de su vida, según los datos de la Sociedad Española de Neurología. Se calcula que un 10% de estos casos se debe a un trastorno crónico del sueño, y el porcentaje real podría ser mucho mayor debido a que muchos pacientes no están diagnosticados.

“Es muy común que la gente subestime el insomnio”, explica a Diario Enfermero Ya-Wen Hsu, médico y profesora en la Universidad de Chia Nan (Taiwan) y autora principal de un estudio que acaba de ser publicado en la revista Stroke de la Asociación Americana del Corazón. Su trabajo viene a demostrar con evidencias científicas que las personas que padecen trastornos del sueño tienen más posibilidades de sufrir un accidente cerebrovascular.  

Imagen: American heart Association Imagen: American heart Association

“Aunque sea el trastorno del sueño más común, no debemos asimilarlo  como un mero síntoma de otra enfermedad. Más bien al contrario: debería ser identificado y tratado de manera temprana para prevenir riesgos de futuras enfermedades. A menudo, en los entornos clínicos, se ignora porque no genera problemas graves ni que requieran una solución de urgencia, pero nuestro estudio señala claramente que el insomnio puede incrementar el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular”, afirma Ya-Wen Hsu.

Otros estudios internacionales ya habían apuntado antes a la relación insomnio-ictus, pero la importancia de este trabajo radica en que es la primera vez que se cuantifica el riesgo en un gran segmento de población y se determina si el riesgo de accidente cerebrovascular difiere entre tipos de insomnio.

Mayor riesgo entre los adultos jóvenes

Los resultados de la investigación ponen de relieve que quienes más sufren las consecuencias del insomnio y, por tanto, más probabilidades tienen de sufrir un ictus son los adultos jóvenes: la incidencia del infarto es ocho veces mayor entre aquellos pacientes diagnosticados de insomnio que tienen entre 18 y 34 años. A partir de los 35 el riesgo comienza a decrecer.  Según la médico Ya-Wen Hsu, este hecho “quizá tenga que ver con que la gente joven, al no padecer otro tipo de enfermedades que sí son comunes entre la gente mayor, ve con más claridad los efectos del insomnio. Las personas mayores suelen padecer otras enfermedades entre las cuales un trastorno como el insomnio queda prácticamente diluido”.

Metodología

Para llevar a cabo este trabajo, los investigadores analizaron los historiales médicos escogidos al azar de más de 21.000 pacientes con insomnio y 64.000 que no lo padecían, todos ellos de Taiwán. Entonces dividieron a los participantes –ninguno de los cuales había tenido antes un diagnóstico de ictus o apnea- por diferentes tipos de insomnio: crónico o persistente (duración de uno a seis meses), insomnio de recaída (retorno al insomnio después de haber sido tratado y curado durante más de seis meses) e insomnio remitido (cambio del diagnóstico de insomnio a no insomnio).

El seguimiento a los pacientes duró cuatro años, tiempo suficiente para comprobar que el trastorno del sueño incrementa la posibilidad de ser hospitalizado por accidente cerebrovascular hasta en un 54 por ciento. “La mayor dificultad a la hora de realizar el estudio fue categorizar a los individuos con insomnio en estos distintos subtipos basados en la duración del trastorno, ya que no existe una clasificación universal ni comúnmente aceptada de tipos de insomnio”, explica Ya-Wen Hsu.

Factores ambientales

El mecanismo que vincula el insomnio al ictus no se ha descubierto todavía, pero hay pruebas de que los trastornos del sueño pueden alterar la salud cardiovascular vía inflamación sistémica, mala tolerancia a la glucosa, incremento de la presión arterial o hiperactividad. Algunos factores relacionados con el comportamiento (actividad física, dieta, consumo de alcohol y tabaco) y factores fisiológicos como el estrés también pueden afectar a la relación insomnio-ictus.

Rosa María Garcimartín, supervisora del Área de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, cree también que dormir bien realmente contribuye a disfrutar de una buena salud cardiovascular. En el caso de los pacientes que llegan a su consulta, la supervisora explica que el insomnio que sufren habitualmente es producto de su propia enfermedad: “Está relacionado con la patología y con un componente psicológico, ya que se angustian mucho por la noche y eso hace que duerman poco y se alteren parámetros como la glucosa”.

La vida moderna, la crisis, el estrés laboral, la dificultad para conciliar vida familiar y profesional también contribuyen a provocar trastornos del sueño: “De manera directa no son la causa de las enfermedades cardiovasculares, pero cuando se realiza la valoración inicial del paciente sí se observa que son situaciones que afectan al paciente y le provocan mucha angustia. Eso se traduce, en mi opinión, en más riesgo de padecer cualquiera de las dos patologías: tanto insomnio como enfermedades cardiovasculares”, explica la enfermera.

La labor de la enfermera educadora en la prevención del insomnio

¿De qué manera pueden, las enfermeras, ayudar a prevenir los trastornos del sueño que incrementan el riesgo de padecer enfermedades más graves? En opinión de Garcimartín: “Las enfermeras hacemos educación sanitaria personalizada en lo referente a factores de riesgo cardiovasculares, tanto en la prevención primaria como en la secundaria, y un seguimiento muy exhaustivo hasta que el paciente consigue controlar esos factores y llevar una actividad diaria normal”.

En la misma línea, Ya-Wen Hsu afirma que "los resultados obtenidos con nuestro estudio refuerzan la idea de detectar los problemas de insomnio a una edad temprana para prevenir mayor riesgo futuro de apoplejía. Las enfermeras pueden ayudar a monitorizar los síntomas del insomnio y pueden educar y concienciar a los pacientes de la importancia que tienen las consecuencias del insomnio sobre la salud”.

 

Ana Muñoz

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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