“Hacemos un teatro con guiñoles para ayudar a los niños. Todo lo que es nuestro trabajo en la consulta lo llevamos al juego para que ellos puedan adquirir estos conocimientos de forma mucho más fácil”, explica Marisa Gascón, una de las responsables de esta iniciativa y enfermera de Atención Primaria en el centro de salud Ángela Uriarte (Madrid). La idea surgió hace ya 10 años en sus centros de salud. Posteriormente, decidieron llevar el teatro hasta los colegios y de ahí ha ido creciendo hasta realizar sesiones en bibliotecas y los fines de semana. “Ahora somos nosotras las que salimos a la calle con esta obra de hábitos saludables, pero nuestra ilusión sería que se presente en todo Madrid”, afirma Gascón.
Para los niños, esta experiencia supone un modelo de aprendizaje fuera de la rutina, que les adentra en el conocimiento de nuevas habilidades. “Ellos terminan felices y después nos sirven como agentes de salud porque van a casa y cuentan lo que han visto aquí. Les cuentan a sus padres cómo hay que cepillarse los dientes o lavarse las manos”, subraya Concha Fárraga, enfermera del centro de salud Campo de la Paloma (Madrid), que reconoce que es una actividad que a los niños les llega mucho porque todo lo que se hace a través del juego lo interiorizan muchísimo mejor. Las enfermeras, como educadoras principales en salud, son una pieza clave en este ámbito. “Debemos trabajar la promoción de salud y la prevención de la enfermedad, y la manera de hacerlo es con estas actividades y en la calle. En la consulta se trabaja, pero tenemos unos tiempos y una serie de protocolos muy establecidos. En la calle tenemos libertad para realizar estos talleres”, puntualiza Fárraga. Más allá de los pequeños, los fines de semana que organizan charla, los padres les acompañan y se muestran encantados. “Cuando hacemos el teatro el fin de semana vienen unos 50 o 70 niños acompañados de sus padres. La verdad es que tiene un gran éxito la iniciativa. “, asevera la enfermera. Ángel M. Gregoris.