En el Día Mundial de la Lucha Contra el Sida, el Consejo General de Enfermería hace hincapié en que las enfermeras, como profesionales más cercanas al paciente y principales educadoras de la salud en el Sistema Sanitario, son las encargadas de concienciar a la población sobre este virus, que a día de hoy portan unos 40 millones de personas en el mundo, según las cifras de la Organización Mundial de la Salud y de ONUSIDA. Lejos de remitir la epidemia, año tras año continúa aumentando el número de infectados y en 2016 se notificaron un total de 3.353 nuevos casos en nuestro país. Por este motivo, las instituciones deben seguir trabajando para que desde la juventud se conozca esta problemática y para luchar por la erradicación del virus. Desde las consultas de enfermería de Atención Primaria, así como en charlas y talleres de educación en salud en los colegios y en las empresas, impartidas por las tan necesarias enfermeras escolares y del Trabajo, las enfermeras son los profesionales encargados de que la población sepa los peligros que conlleva la infección y conozca las principales medidas y sistemas para prevenirlo.
Entre los más importantes, la enfermería española aboga porque desde la adolescencia se comprenda la necesidad de una buena educación sexual para prevenir la infección, así como del uso del preservativo en relaciones esporádicas. m“En los últimos tiempos hemos comprobado que se ha perdido el miedo al VIH. Igual que en los años 80 era una de las enfermedades más temidas por la población, a día de hoy parece que no somos conscientes del peligro. Es necesario recordar que, aunque el tratamiento con antirretrovirales aminora la evolución de la infección, actualmente sigue sin existir una cura. Por este motivo, los profesionales de enfermería somos clave a la hora de explicar y trasladar estos consejos”, explica Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.
Prueba rápida
Además de ayudar a prevenir la infección, desde el Órgano de representación de las enfermeras españolas se aboga porque aquellos que hayan tenido relaciones sin protección o crean posible haber sido infectados, se hagan la prueba para descartarlo o confirmarlo. En la actualidad existe una prueba rápida, que tiene una fiabilidad de casi el 96%, cuyos resultados se obtienen en 30 minutos, y sirve para descartar la infección o, en el caso de un positivo, derivarlo a un centro especializado donde se realiza una prueba más completa para confirmar la infección al 100%. El temor a descubrir la infección hace que muchas personas eviten acudir. Para las enfermeras, esta situación es una amenaza a nivel social, porque no comenzar un tratamiento y no ser conscientes de la infección puede conllevar la infección de otras personas. “La prueba es muy sencilla. En las distintas campañas de concienciación son los enfermeros los encargados de extraer unas gotas de sangre con un pinchazo en el dedo para luego introducirlo en el dispositivo que va a realizar el diagnóstico”, afirma el presidente de los enfermeros.
Tras conocer el diagnóstico, las enfermeras también son clave a la hora de que los afectados entiendan y acepten su nueva situación. Y no sólo ellos, sino sus más allegados, que pueden llegar a rechazarlos al conocer la noticia. La enfermera de familia, que todos tenemos asignada en nuestros Centros de Salud, se encarga de hacer entender a la población que los afectados pueden hacer una vida completamente normal. “No sólo es necesario prevenir la infección, sino que debemos ayudar a evitar el estigma y su correspondiente rechazo. Tener VIH no imposibilita a nadie para seguir con su vida y desde la enfermería debemos encargarnos de explicar y apoyar a los afectados. Al recibir la noticia, es habitual deprimirse y sentir una sensación de vacío, pero desde las consultas enfermeras tenemos que normalizar esta situación. También tenemos una función reseñable para lograr que a los afectados no les de miedo ni sientan rechazo a contarlo en público”, apunta Florentino Pérez Raya, que considera indispensable la labor enfermera para dar voz y visibilidad a esta realidad.
Ángel M. Gregoris