Para determinar si existe relación entre el tipo de resultado de las pruebas y el abandono del tabaquismo, los investigadores del Departamento de la Salud de la Universidad de Brock, en Canadá, tomaron los datos de estudios previos de 14.621 fumadores de entre 55 y 70 años, con un historial de 30 o más paquetes de tabaco fumados al año, y que hubieran consumido tabaco durante al menos los últimos 15 años. Quedaron excluidos del estudio aquellos participantes que desarrollaron cáncer durante el seguimiento.
Los autores del trabajo clasificaron las pruebas de diagnóstico de estas personas en cinco niveles, desde la ausencia de cáncer y anomalías hasta la posibilidad elevada de padecer un cáncer. En el trabajo se tuvieron en cuenta factores sociodemográficos como la edad, la raza, el estado civil, la educación, la frecuencia con que fumaban, los años durante los que lo hicieron y si se encontraban habitualmente expuestos al tabaco de terceros.
La conclusión de su investigación es que cuanto más serio es el resultado de la prueba, más posibilidades hay de que la persona en cuestión deje de fumar. Es decir, cuanto más se asusta el paciente, más posibilidades hay de que cambie su actitud frente al tabaco. Además, el efecto parece durar cinco años después de la última prueba. A la vista de los resultados, los investigadores creen que los futuros programas de detección del cáncer deberían aprovechar esta oportunidad para aplicar programas efectivos de abandono del tabaquismo.
Redacción