El papel de la enfermería en la artroplastia de rodilla

En España se implantan cada año unas 45.000 prótesis de rodilla. Las causas más comunes de incapacidad en dicha articulación son la artrosis, la artritis reumatoide y la artritis postraumática. La artroplastia—cirugía por la cual se reemplaza parcial o totalmente la articulación dañada por una prótesis compatible— es una de las intervenciones con mejor relación coste-efectividad, que registra tasas de complicación más bajas y que resuelve de manera más sencilla procesos degenerativos muy dolorosos, mejorando notablemente la calidad de vida de los pacientes.

Una intervención de este tipo sólo  es posible gracias al trabajo en equipo de muchos profesionales. El papel de la enfermera es especialmente relevante en la unidad de reanimación y hospitalización, esto es: en el primer contacto que el paciente tiene con el personal sanitario tras la intervención, y durante el cual se controlan aspectos como el sangrado, el dolor y la recuperación de la anestesia.

M.ª Dolores San Miguel Fraile, enfermera en la Unidad de Reanimación del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid, explica que “el papel de la enfermera en la reanimación está claro: somos las embajadoras del cuidar. Dando el mejor cuidado postoperatorio tendremos la mejor recuperación funcional del paciente y, por tanto, menos tiempo de estancia hospitalaria”.

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La artroplastia es una cirugía que puede provocar mucho dolor al paciente y sangrar. Por lo tanto, explica M.ª Dolores San Miguel, esos serán los dos puntos de principal atención por parte de la enfermera. “El alivio del dolor es esencial en el posoperatorio inmediato. Con un buen control del dolor conseguimos la colaboración del paciente y evitamos retrasar el alta”.

Impacto directo en la calidad de vida

Ana Isabel del Cerro, supervisora de una de las unidades de hospitalización quirúrgica de traumatología del Hospital Infanta Leonor, explica que la operación ofrece tan buenos resultados porque “el paciente ve muy disminuida su calidad de vida cuando no puede caminar. Lo que queremos es que la recuperación funcional sea la máxima posible. En la mayor parte de los casos se consigue. Pueden surgir pequeñas complicaciones, pero un 90% de los pacientes mejoran su día a día, porque antes no podían caminar. Cuando se llega al extremo de operarles es porque tenían muy reducida la movilidad”.

El tiempo de recuperación se ha ido acortando a lo largo de los años, y está ligado a muchos condicionantes. Según Esther Sánchez, supervisora de Fisioterapia del hospital madrileño, “tiene mucho que ver el estado de salud con el que el paciente llega a la cirugía. Todos llegan con dolor, por supuesto, pero la calidad ósea y la salud de la musculatura es fundamental para la recuperación. También lo es la capacidad de entender los ejercicios, las órdenes y el seguimiento que el propio paciente hace durante su recuperación”.

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La importancia de una buena información

Antes y después de la artroplastia, es muy importante explicar al paciente todo lo que le está ocurriendo, a qué procesos está siendo sometido, porque eso también influirá en su capacidad de recuperación. Las encargadas de hacer llegar esa información al paciente son, precisamente, las enfermeras. Rosana Panadero, supervisora en la Unidad de Reanimación, lo explica así: “la información es fundamental. El proceso es del paciente. Si no lo entiende, nuestro trabajo es en vano. Es importante la información que se le da desde la consulta con el cirujano o con el anestesista, hasta la información de los cuidados de enfermería durante su estancia en la unidad de hospitalización.”

Todos los profesionales a los que preguntamos coinciden en destacar la importancia del trabajo multidisciplinar. “Todos trabajamos para la misma causa —explica Rosana Panadero— y este tipo de intervenciones constituyen un ejemplo muy claro de que trabajando con un grupo consolidado obtenemos el mejor resultado, que es un paciente satisfecho”.

 

Ana Muñoz

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Contenido revisado en Marzo de 2024.
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