“El papel que tenemos los enfermeros en este tipo de tratamientos se divide en tres áreas clave: el nivel asistencial, la gestión y la educación de los pacientes. En cuanto al primero, realizamos sobre todo una labor de acompañamiento. En muchas ocasiones vienen parejas que pueden llevar intentando tener un hijo años sin conseguirlo y nosotros tenemos que hacer de apoyo emocional”, afirma Guillermo Sibon, enfermero de la clínica de reproducción asistida Fiv Madrid, que destaca que “en muchas ocasiones, les explicas algo a los pacientes por la mañana y como tienen tanta información en la cabeza, necesitan que se lo vuelvas a repetir por la tarde otra vez”.
“Como gestores —explica Sibon— somos los encargados de estar pendientes de que todos los consentimientos estén firmados, de tener todos los recursos, de pedir el semen con antelación en el caso de que sea una inseminación”. Además, el enfermero destaca que “en el nivel educativo, es imprescindible explicarles la medicación, de la cual muchas veces no habían oído hablar, e intentamos que lleven una alimentación saludable y que hagan ejercicio para intentar aliviar su estrés”.
Tipos de pacientes
La primera consulta suele hacerse con el médico y muchas veces también están los enfermeros presentes. “Existen varios tipos de pacientes, la mayoría suelen ser parejas que llevan mucho tiempo buscando un embarazo, mujeres sin pareja que quieren quedarse embarazadas o parejas lesbianas. Cuando llegan, hacemos una valoración del historial médico y ginecológico de la paciente para evaluar la situación y, finalmente, se toma una decisión, dependiendo de la edad de la mujer y teniendo en cuenta el porcentaje de éxito que podamos lograr”, subraya Mª Ángeles Manzanares, ginecóloga de Fiv Madrid.
En lo que se refiere a la fecundación in vitro, a lo largo del ciclo los profesionales van viendo por ecografía vaginal el tamaño de los ovocitos y cuando ya están listos (mayores de 17 milímetros), las pacientes pasan a quirófano para extraérselos. Posteriormente, es el embriólogo el que se encarga de conservarlos en el laboratorio.
El paso final del proceso, en el caso de las fecundaciones in vitro se haría después de quirófano y en el caso de las inseminaciones se hace directamente, y consiste en realizar una transferencia.
Resultados
La parte más dura viene a la hora de saber el resultado del tratamiento, que es donde los enfermeros deben dar el máximo apoyo a la paciente y a su pareja si la tienen. “Si la paciente se queda embarazada, tenemos que reforzar los sentimientos positivos y concienciarles de la necesidad de que se sigan tomando la medicación”, apunta Sibon. Por el contrario, la ausencia de embarazo tras realizar el tratamiento hace que los enfermeros tengan un papel más complicado. “Después de todas las consultas que realizamos, nos convertimos en sus personas de referencia y aunque salga mal siempre intentamos estar ahí con ellos”, comenta el enfermero.
“Realmente te sientes muy arropado por los enfermeros porque son muy profesionales y saben lo que tienen que decirte en cada momento. Si tienes una duda en tu casa, siempre está el enfermero que sabe cómo tiene que resolverla y sabe perfectamente qué es lo que tiene que hacer”, apunta una de las parejas que ha tenido que recurrir a esta práctica y que prefiere mantenerse en el anonimato.
Temores
El temor a enfrentarse a las preguntas de sus más allegados y a ser juzgados por no poder tener un hijo son algunos de los motivos por los que la mayoría de pacientes muchas ve-ces no les dicen que han recurrido a estas técnicas ni a sus familiares más cercanos. “Estamos en una sociedad en la que desde la infancia se nos educa para crear una familia. Si cuando vamos a intentar llevar a cabo este proyecto no podemos, es una frustración, un choque con la realidad. Esto hace que la gente lo oculte y se pregunte por qué ellos no van a poder tener un bebé como otras parejas”, cuenta Sibon.
Otra de las recomendaciones de los enfermeros es que, en el caso de que sea posible, la pareja se involucre porque “la mujer lo va a llevar mucho mejor si tiene un apoyo”. “En el caso de las mujeres que no tengan pareja, siempre les recomendamos que se lo cuenten a algún amigo o a alguien muy cercano”, concluye Sibon.
Ángel M. Gregoris