La primer vez que conocí a Daniel era casi un niño, tenía sólo 23 años y me llamó especialmente la atención su madurez, su perseverancia y su pasión por la vida y por las urgencias y emergencias. Por aquel entonces era un alumno de nuestro Curso de Enfermero Experto en Urgencias y Emergencias y tenía muy claro que su futuro iba a estar ligado a este campo. Daniel se dejó la piel literalmente en obtener su título y adquirir los conocimientos y aptitudes de esa ciencia clínica que son las emergencias, donde la diferencia entre disponer o no del mejor entrenamiento puede tener un altísimo coste: la vida del paciente. Desbordaba siempre ilusión en todo aquello que hacía, siempre con una sonrisa, siempre con un magnífico ánimo. En un entorno donde proliferan las situaciones límite, él se crecía ante las adversidades como pocos, era una de esas personas que ve el vaso siempre “medio lleno” y que ante cualquier problema encontraba rápidamente no sólo una solución eficaz, también la forma de convencer y motivar a los demás al respecto. No en vano, era un líder nato, es decir, de los que convencen desde la humildad, la ciencia y el conocimiento y nunca desde la imposición. Terminó su curso con magníficas calificaciones y consiguió en muy poco tiempo disponer de los méritos necesarios para hacerse un hueco en uno de los mejores servicios de emergencia del mundo, el SUMMA 112, donde trabajaba en la Unidad de Soporte Vital Avanzado y donde se reveló como uno de los mejores enfermeros expertos en urgencias que he conocido en mi vida.
Daniel falleció hace menos de una semana y de forma repentina en Panamá, país al que había viajado para participar en un ciclo de conferencias. Perder a un amigo y a un gran profesional siempre es duro e incomprensible, pero en su caso no cabe más injusticia porque tenía tan sólo 37 años y toda una vida por delante, con múltiples proyectos a la vista, porque había salvado miles de vidas y porque se había dedicado con pasión y entrega a ser el mejor en ello. Su vida no había sido fácil y comprendía bien el valor del esfuerzo y el sacrificio, algo que siempre transmitió a sus alumnos.
Resulta muy emocionante leer los comentarios de recuerdo que llegan a través de las redes sociales desde que se conoció la triste noticia. “Gran profe y gran sanitario”, escribe Laura. “Muchos años sin saber de mi profesor del experto, una pasada de profesor y un encanto de persona”, dice Lourdes. “Fue profesor mío. Transmitía su felicidad y su amor por la profesión”, recuerda Cristina. Se podrían decir, en fin, muchas cosas de Daniel, pero estos comentarios, la impronta que dejaba en sus alumnos, son el más fiel reflejo de su calidad humana y profesional.
Daniel nos deja a todos desconsolados, amigos, compañeros, alumnos, familia… pero sobre todo a Fátima, su mejor amiga, su vida, su compañera… una mujer maravillosa que lo era todo para él y que dentro de muy poco será madre. Desde la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud y desde el Consejo General de Enfermería hemos transmitido ya nuestro más profundo pésame a su familia. Compartimos con ellos su dolor, su tristeza, incluso su rabia, por una pérdida temprana, injusta e incomprensible. Daniel ha dejado un grandísimo vació que permanecerá por siempre en nuestros corazones y en nuestras aulas, y su familia encontrará siempre en nosotros nuestro reconocimiento, apoyo y amistad de por vida. Esta fue la casa de Daniel y, por ende, también la suya para siempre. Daniel amigo, compañero, descansa en Paz.
Pilar Fernández, vicepresidenta del Consejo General de Enfermería y directora de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud (EICS)