Sin embrago, esta situación que venimos denunciando en España desde hace años, donde la enfermería está pagando los platos rotos de la crisis financiera, no es un problema local. En un reciente estudio de Linda Aiken publicado en The Lancet, del que ofrecemos completa información en la revista ENFERMERÍA FACULTATIVA, se avisa de que esta maniobra es una práctica común en muchos países. ¿Y qué ocurre cuando se esquilma el personal de enfermería?, ¿Qué consecuencias tiene el hecho de que un profesional atienda hasta a 18 pacientes a la vez?, ¿O pasar de un servicio a otro cubriendo necesidades puntuales?, ¿Quién va a pagar el esfuerzo titánico de una enfermera saturada?
El estudio de Aiken certifica que las consecuencias de tener esa altísima ratio de pacientes por enfermero son directamente un incremento en la mortalidad de los pacientes. En España, asegura, se palía esa circunstancia gracias al esfuerzo encomiable de los profesionales y su excelente formación universitaria. Sin embargo, siendo así, al Consejo General de Enfermería llegan denuncias de graves complicaciones evitables en determinados hospitales fruto, únicamente, de que el personal de enfermería reducido a la mínima expresión no puede obrar milagros, no puede hacer bien su trabajo y está arriesgando la salud de los demás y su propia salud. Más de 20.000 enfermeros han perdido su trabajo en los últimos cinco años. Existe una necesidad real de personal para poder prestar los cuidados más esenciales. Un sistema sanitario más sostenible jamás podrá lograrse a costa de una enfermería a punto de reventar por atender un número inasumible de pacientes. Porque un sistema donde la gente muere por falta de profesionales no es sostenible, ni ético.
Editorial Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermeria