El pequeño, de seis años, era alérgico a la proteína de leche y presentaba problemas respiratorios. Los profesores que le acompañaban estaban al corriente. 48 antes de la incidencia ya había presentado problemas respiratorios y había sido tratado con inhalador. Durante su estancia en la granja escuela el niño ingirió un yogur de soja, supuestamente apto para el consumo por personas con alergia a la lactosa, y su estado empeoró. Los monitores, al parecer, llamaron a sus familiares, que les explicaron cómo tenían que aplicar la medicación que el menor había llevado a la excursión. Sin embargo, el niño entró en parada cardíaca de camino al hospital de Móstoles.
Ante esta situación, con terrible desenlace, el Consejo General de Enfermería ha recordado la que ha sido una reivindicación histórica de esta profesión a lo largo de los últimos veinte años: la presencia de una enfermera escolar en todos los centros donde se desarrollan actividades educativas para niños. David Sánchez, miembro del Gabinete de Estudios del CGE, explica que “al margen de que los hechos no han sido completamente esclarecidos todavía, y sin prejuzgar ninguna actuación en el caso, creemos que lo ocurrido con el niño de Madrid hace patente la necesidad de valorar que los profesionales de enfermería estén presentes en los centros en los que se alojan nuestros niños, sobre todo en las temporadas estivales. Existen necesidades específicas de muchos de ellos relacionadas con alergias, patologías crónicas, etc., sumadas a los riesgos de accidente y caídas por la actividad que los niños tienen en sus vacaciones. Por todo ello, se requiere de la asistencia, preventiva y de cuidados, de profesionales enfermeros que puedan valorar y abordar las necesidades de salud específicas en estos contextos, en desarrollo de las competencias de la enfermería escolar”.
Además, “es necesario, dentro de la promoción de la salud y prevención de la enfermedad, incentivar y reforzar la educación para la salud impartida a los profesionales que atienden a los niños, tanto en colegios como en campamentos, con el fin de que puedan encargarse de ciertas situaciones críticas de forma solvente”, añade David Sánchez.
Por su parte, la Asociación Madrileña de Enfermería en Centros Educativos (AMECE) también cree necesaria la presencia de un profesional preparado y entrenado para atender a los niños en situaciones de emergencia sanitaria. Carmen Arancón, su presidenta, cree que si la excursión hubiera ido acompañada de una enfermera escolar, podría haberse evitado la muerte del pequeño: “Una enfermera habría sabido poner medios para que no ocurriera. Habría estado preparada en cuanto a la vigilancia, conocería al niño y habría tenido la medicación que necesitaba. Habría podido atender la emergencia hasta que llegara el dispositivo de Soporte Vital Avanzado, le habría podido suministrar la adrenalina porque la habría tenido a mano. En resumen, el niño habría estado en manos de una persona con las herramientas necesarias que hubiera velado por la continuidad de la cadena”, explica.
En la actualidad no existe legislación sobre cómo deben actuar y qué requisitos deben cumplir los centros educativos para tratar a menores con alergias. De hecho, las granjas escuelas no se consideran centros educativos de la Comunidad de Madrid, por lo que no dependen de la Consejería de Educación ni están sujetos a su normativa. Sin embargo, tal y como explica Carmen Arancón, “se trata de que la enfermera, que pertenece al centro escolar de los niños, les acompañe les acompañen la excursión, se desplace con ellos”.
Ana Muñoz