Según desgranó Sendoa Ballesteros, «la flebitis químicamente inducida es una complicación habitual en pacientes hospitalizados que reciben terapia intravenosa a través de catéteres periféricos. Con independencia de otros factores, la aparición de flebitis química se ha relacionado con la administración intravenosa de medicamentos irritantes, un efecto condicionado por las características químicas de las soluciones, como la osmolaridad y el pH».
En el trabajo ganador, los autores han analizado en laboratorio «una muestra de 62 medicamentos intravenosos de uso habitual, bajo diferentes diluciones y formas de administración. En base a la osmolaridad y al pH de cada preparado hemos conseguido realizar un mapa que describe el riesgo potencial de irritación vascular. Nuestro mapa puede constituir una herramienta útil que ayude a identificar riesgos y contribuya a la prevención de la aparición de flebitis químicamente inducida mediante la adopción de medidas correctoras o paliativas».
El segundo de los premios fue otorgado a la investigación titulada ‘Factores asociados a la correcta compresión y reexpansión torácica durante la reanimación cardiopulmonar: un estudio de simulación clínica’, realizada por Gorka Vallejo, Álex Etayo, Sendoa Ballesteros, Leire Berasaluce y Josune Domínguez.
Según aseveró Álex Etayo, que fue quien recogió el premio y presentó el trabajo, «este estudio se encuadra en una línea de trabajo mucho mayor, orientada a investigar aspectos relacionados con la calidad de la reanimación cardiopulmonar (RCP). Puesto que las probabilidades de supervivencia tras una parada cardiaca vienen determinadas, entre otras cosas, por la calidad de las compresiones torácicas que se aplican durante la reanimación, el objetivo de este estudio fue analizar las características de los reanimadores asociadas a la correcta compresión y reexpansión torácica durante la RCP».
Se trata de un estudio de simulación en el que participaron 238 profesionales y estudiantes sanitarios de Urgencias y Cuidados Críticos. «Después de realizar unas mediciones antropométricas a los voluntarios, les solicitamos que practicasen dos minutos de compresiones torácicas sobre un maniquí dispuesto con sensores. Así, evaluamos la profundidad y la presión residual tras las compresiones y pudimos estudiar su asociación a diferentes variables antropométricas y formativas. Como principales resultados, observamos que la experiencia previa del reanimador es el factor más fuertemente asociado a la correcta ejecución de las compresiones torácicas. En menor medida, también influyó la estatura y la fuerza del tren superior del profesional. Sin embargo, no se identificaron factores asociados a la adecuación de la reexpansión torácica tras las compresiones», destacó el igualmente profesor de la facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco.