Según revela el Estudio sobre el Control, Seguimiento y Calidad de Vida de los Pacientes Anticoagulados que ha realizado la institución con la participación de 300 profesionales, a pesar del gran desconocimiento, el 73% de los enfermeros que sí conocen y han trabajado con estos fármacos admiten que su uso ha mejorado la calidad de vida de los pacientes. Además, un 65,9% observa un mejor cumplimiento del tratamiento, casi un 60% considera que la interacción con alimentos es menor y un 44% que las interacciones con otros fármacos también son menores.
La investigación, realizada a iniciativa de Bayer a través de la Red La salud del paciente por delante, revela la necesidad de llevar a cabo una evaluación de los conocimientos que la enfermería tiene sobre los NACO.
El estudio muestra también los principales obstáculos que perciben los enfermeros ante la anticoagulación clásica. Las reiteradas visitas (18,8%), tener que partir la pastilla (17,3%) o el cuidado con la alimentación (16,7%) son las grandes dificultades de los tratamientos tradicionales. “El colectivo de enfermería es clave en la gestión de la asistencia de los pacientes anticoagulados, al ser estos profesionales los que instruyen al enfermo y sus familiares para que aprendan a gestionar su propia enfermedad y, por lo tanto, deben conocer todas las alternativas”, apunta la vicepresidenta de la organización colegial.
Por su parte, Luciano Arochena, presidente de la Federación Española de Asociaciones de Anticoagulados, también ha destacado el papel de la enfermería porque “todos los pacientes pasan por ellos y es necesario que sepan en qué consisten estos fármacos”.
Coordinación entre médicos y enfermeros
En España existen aproximadamente 800.000 pacientes bajo tratamiento anticoagulante para prevenir tromboembolismos venosos y arteriales y al menos uno de cada tres que utilizan la medicación clásica no alcanza un buen control terapéutico, por lo que puede estar expuesto a un riesgo aumentado de ictus u otros embolismos. Tal y como muestra el estudio, el 81,3% de los enfermeros consultan con el médico de atención primaria cuando se encuentra un paciente mal controlado. En este sentido, José María Lobos, coordinador del Grupo de Enfermedades Cardiovasculares de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFyC) y coordinador de la Red, ha recalcado la necesidad de que haya una coordinación entre los médicos y los enfermeros porque “se trabaja en equipo y el profesional enfermero es el que está más cerca del paciente y puede detectar de manera más precoz cuando este no está recibiendo el beneficio que se espera de la anticoagulación clásica”.
Además, ha indicado que los médicos de atención primaria “encuentran, hoy por hoy, serias dificultades a la hora de prescribir libremente los nuevos anticoagulantes, debido al marco normativo estricto y, sobre todo, a las diferencias de criterio existentes entre comunidades autónomas, provincias de una misma comunidad e incluso entre áreas de salud”.
Con motivo de la celebración de su primer aniversario, la Red La salud del paciente por delante ha presentado también el informe Situaciones de la Anticoagulación en España 2014, en el que se muestra que tan sólo un 9% de los pacientes utilizan estos nuevos fármacos, cuando, en virtud de los indicadores del Ministerio de Sanidad deberían utilizarlo entre un 30% y un 40% de los enfermos. “La razón de que los profesionales no utilicen estos fármacos en un porcentaje mayor de pacientes es debido a una serie de mitos falsos. Hay muchas personas que creen que estos fármacos no tienen antídoto o que están todavía en estudio, pero la realidad es que ya llevan existiendo 10 años”, ha explicado Jaime Masjuan, jefe del servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
El tratamiento vale 90 euros al mes
En cuanto a la creencia de que estos NACO son más caros, Masjuan ha defendido que su precio -unos 90 euros al mes- es similar al de otros fármacos como los antidiabéticos orales o los inhaladores para el asma con los que no ha habido tantos problemas para su financiación. “Tenemos que potenciar el uso de estos medicamentos porque si hubiesen aparecido en la época de vacas gordas, todos los médicos habrían utilizado estos fármacos porque son más beneficiosos”, ha recalcado Jaime Masjuan, que ha insistido en que ya hay muchos estudios que demuestran su coste-efectividad a largo plazo, ya que en el caso de producirse un segundo ictus, el coste de atender a un paciente puede ascender hasta unos 30.000 euros anuales.
La Red ha denunciado que sólo cuatro comunidades autónomas (Galicia, País Vasco, Navarra y Aragón) cumplen las guías nacionales al 100%, ocho tienen restringida la prescripción de NACO en Atención Primaria, cinco no sigue alguno de los seis criterios para iniciar el tratamiento con estos fármacos, seis tienen una definición de mal control de INR diferente a la del Ministerio y cuatro no incluyen definición de mal control de INR.
Para finalizar, tanto José María Lobos como Jaime Masjuan, Pilar Fernández y Luciano Arochena han destacado la necesidad de formar a los profesionales para que conozcan las ventajas de estos fármacos y que estos informen a los pacientes de la existencia de los NACO, ya que, con independencia de que se financien o no, pueden adquirirse libremente en las farmacias si el enfermo quiere costeárselos él mismo.
Ángel M. Gregoris