“Actualmente, vivimos en una sociedad plural, en la que la tolerancia y el respeto deben ser los pilares de la educación. Las enfermeras, como profesionales más cercanos al paciente, debemos estar ahí para ayudar y educar en todas las etapas de la vida. En el caso del edadismo, nos encontramos con una situación extremadamente grave a la que hay que poner freno desde la infancia. No podemos permitir que nadie, por el simple hecho de la edad que tenga, sufra cualquier tipo de discriminación en su entorno familiar, laboral y social”, afirma Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.
Acuñado en 1968 por el gerontólogo y psiquiatra Robert Butler, el edadismo engloba todos aquellos mensajes, actitudes, ideas o hechos que ofenden, de alguna manera, por motivos de edad.
En un mundo cada vez más envejecido, en el que la esperanza de vida ha crecido en los últimos años y las enfermedades crónicas suponen un alto porcentaje de la atención sanitaria, las enfermeras deben cobrar protagonismo a la hora de educar y concienciar para prevenir el edadismo entre los más jóvenes, pero también entre los adultos. Estos últimos, muchas veces sin quererlo, caen en la discriminación a la hora de atender a sus mayores, infantilizándolos, no escuchándolos o tratándolos como si no fuesen autosuficientes.
Y es ahí, en el entorno familiar, laboral y social donde se dan los casos más graves de este tipo de discriminación. Tomar conciencia por parte de las administraciones y poner el foco en este problema es fundamental para buscar soluciones. “Podemos ver en el día a día bastantes ejemplos de edadismo como cuando se trata a las personas de edad avanzada como si fueran niños y no fuesen capaces de tomar sus propias decisiones, utilizar términos peyorativos o, en los trabajos, no querer contratar cuando se acerca la etapa de jubilación a pesar de que pueden aportar mucho por su experiencia”, afirma Isabel Jordán, vocal de AEESME.
Tal y como apunta Maite Soy, enfermera y profesora del Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería, “la familia, que debería ser la cuidadora y protectora del anciano por excelencia, se convierte en ocasiones en fuente de edadismo”. “Esta realidad se suele ocultar porque es difícil denunciar a alguien al que te une un vínculo afectivo y, de hecho, algunos estudios indican que un gran porcentaje de agresores son los hijos o cónyuges de las víctimas”, explica Soy.
La enfermera también constata que “los agresores pueden serlo sin percibirlo como tal y esto es debido a que hayan normalizado este comportamiento maltratante”. Es en este punto cuando la formación e información de la sociedad cobra más importancia que nunca. “Este es un papel fundamental de las enfermeras en todas las etapas. Debemos aprender la manera de expresarnos ante una persona mayor. Tener mayor edad no quiere decir que seamos menos capaces de hacer algo; debemos escucharlos el tiempo que necesiten y con total naturalidad y normalidad”, destaca Pilar Lekuona, vocal del CGE en representación de la especialidad de Geriatría.
Pensamientos basados en tópicos que se deben desterrar con educación y cambios en políticas y leyes para poner freno a esta discriminación, que, además, afecta enormemente a la salud mental de los que la sufren. “Los estereotipos negativos sobre la edad pueden aumentar el estrés. La imagen desfavorable que tienen las personas de sí mismas por motivos de edad suele predecir peores comportamientos en cuanto al cuidado de su salud. De hecho, el edadismo se asocia con una peor salud física y mental, un mayor aislamiento social, una mayor inseguridad financiera y una menor calidad de vida, lo que produce mayores tasas de muerte prematura”, apunta Uxua Lazkanotegi, vocal de AEESME.
Por su parte, Mª del Mar García, vocal del CGE en representación de la especialidad de Salud Mental, insta a trabajar para “hacer visible el edadismo, que se implanten medidas para luchar contra él, combatiéndolo con estrategias en la política y la legislación porque sólo así caminaremos hacia un envejecimiento saludable”.
Machismo
Aunque afecta tanto a hombres como mujeres, el edadismo entra en simbiosis con el machismo en muchísimas situaciones. Dos maneras de discriminar que se unen contra una parte de la sociedad por el hecho de ser mujer y, además, por su edad. “Es un fenómeno estructural que la sociedad debe abordar porque nos afecta a todos y no tan a largo plazo. En las sociedades patriarcales, este abordaje requiere mayor esfuerzo y compromiso si la persona mayor es mujer”, afirma Maite Soy.
En cuanto a la perspectiva de género que debe tener el abordaje del edadismo, Mª del Mar García resalta la necesidad de utilizar todos los medios disponibles para hacer ver a la sociedad que, por ejemplo, “el acceso a un puesto de trabajo ha de estar relacionado con la capacidad de llevarlo a cabo y no por la apariencia física”. En esta misma línea se encuentra Isabel Jordán, que expone la necesidad de que “las mujeres de edad avanzada tengan las necesidades más básicas cubiertas, pero también tengan un tejido rico social”.
En definitiva, las administraciones y la sociedad en general deben conocer y reconocer que existe esta problemática, abordarla y trabajar unidos para afrontar este tipo de discriminación. Y una vez más, las enfermeras estarán al frente para educar a la población.