La cadena de errores frente al ébola que no hay que repetir

Por su interés reproducimos el artículo de José Luis de la Serna, subdirector de El Mundo, publicado en el citado diario, en el que se valora la actuación en la crisis del ébola de Máximo González Jurado, presidente del Consejo General de Enfermería.

 

 

 

La cadena de errores frente al ébola que no hay que repetir

JOSÉ LUIS DE LA SERNA

Madrid

Máximo González Jurado es un hombre ambicioso. También controvertido, tiene sus detractores que le buscan las vueltas y tratan de encontrar lagunas en su larga gestión como presidente del Consejo General de Enfermería. Pero en lo que todos están de acuerdo es que en la profesión de enfermería hay un antes y un después de que él liderara el lobby oficial que representa a ese sector trascendental en cualquier sistema sanitario en el mundo. Este cronista tiene un respeto casi reverencial a todos las enfermeras/os, después de varios lustros trabajando codo a codo con decenas de ellos en una especialidad médica en la que nada es posible sin su ayuda. Es loable, por tanto, que la enfermería trate de conseguir un papel fundamental en cualquier sanidad en estrecha armonía con los facultativos médicos.

Jurado ha presentado hoy un informe que puede servir de base a laJusticia para determinar si ha habido negligencias severas por parte de las autoridades sanitarias a la hora de enfrentarse a la atención a los enfermos de ébola que fueron trasladados desde África.

El Consejo ha consultado con buena parte de los que han tratado a los dos religiosos -y luego a la auxiliar infectada cuidando al segundo de ellos-, ha revisado cómo se está encarando posibles nuevos casos en muchos hospitales españoles y ha escrutado las leyes que existen en España sobre protección de riesgos laborales -y más concretamente sobre riesgos bacteriológicos severos-. El ébola es uno de los peores.

Lo han contado días tras día la mayoría de los medios de comunicación y lo que ha hecho el Consejo ha sido ratificar esas informaciones. Se improvisó a la hora de formar a los que iban a entrar en contacto directo con los afectados y las medidas de protección que se ofrecieron no fueron las adecuadas a un peligro del calibre del que tiene el virus. Es casi milagroso que con estos errores solo ha haya existido hasta hora un contagio. Habrá en el futuro que determinar qué responsabilidades se deben achacar y a quién.

No hay que repetir que el Ministerio no ha estado, en principio, a la altura que requiere una amenaza de estas características. Sabemos que en agosto los expertos en el Paseo del Prado de Madrid (donde se ubica el Ministerio) pusieron muchas pegas a la repatriación delprimer misionero, temiendo de que pasara lo que luego ha pasado. Cedieron ante presiones de instancias superiores. Lo que es incompresible es que, una vez asumidos los riesgos, no se pusiera en marcha todo, absolutamente todo, lo que ordena la Ley. Ahí es donde se nota la falta de armonía que existe muchas veces entre Sanidad y los responsables sanitarios de una comunidad autónoma.

Porque la sanidad autonómica, entendiendo por Sanidad a las autoridades, en Madrid ha fallado estrepitosamente. No formaron como se debería a los que entraban, jugándose la vida, a atender a los enfermos. Y, por si fuera poco, no les dieron la mejor protección que requiere una amenaza tan seria como el ébola.

El consejero de Sanidad

Lo peor, sin embargo -más allá del balbuceo de las ruedas de prensa de la ministra de Sanidad y de su equipo- es el comportamiento del aún Consejero de Sanidad en Madrid. Máximo González Jurado quizá se ha callado detalles que conoce para no hacer más sangre, pero en dónde no se ha mordido la legua es cuando ha calificado la conducta del aún consejero de Madrid. "Ha vulnerado los derechos de un enfermo, le ha atacado. Eso jamás se puede hacer. Es inmoral"

No le falta razón, Javier Rodríguez no puede permanecer en su puesto por más tiempo. Independientemente de que es el máximo responsable de los errores técnicos que aquí se han cometido,Rodríguez ha perdido toda la autoridad moral que se debe tener ante la sociedad y antes sus compañeros. No le queda más remedio que irse.

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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