El estudio buscaba conciliar las demandas actuales de aprendizaje clínico propiciadas por el espacio europeo de educación superior y la actuación de los tutores clínicos, mediante una herramienta que permita realizar procesos de selección y desarrollo.
Para llevar a cabo la investigación, Argüello ha tenido en cuenta el ámbito de la Sanidad Pública y el de Educación Superior, que incluye tanto universidades públicas como privadas de la Comunidad de Madrid. En total, han participado 879 personas.
Tras analizar los datos obtenidos, se han identificado las cuatro actividades más importantes (de un total de 30 actividades identificadas) que deben formar parte del puesto de trabajo del Tutor de Prácticas Clínicas de Enfermería. Entre ellas se encuentra la acogida del alumno en la unidad de cuidados o centro asistencial, enseñar desde la evidencia enfermera, fomentar la autonomía del alumno y realizar una evaluación continuada.
“La actividad de evaluación continua, según los tutores, debe estar enmarcada en un análisis previo de los conocimientos del alumno que permitan identificar y evaluar su situación de partida antes de iniciar un plan de aprendizaje clínico. Conocer los conocimientos previos, sus experiencias y expectativas es una necesidad incuestionable para realizar un proceso de tutorización orientado a conseguir los objetivos marcados desde un aprendizaje constructivista”, resalta la enfermera.
Argüello explica también que resultados como promover la autonomía del alumno o enseñar desde la evidencia “indican un abandono del modelo tradicional centrado en la racionalidad técnica para dar paso a un nuevo modelo con una orientación más crítica y reflexiva”.
Por otra parte, Argüello considera “que otra aportación importante de esta tesis es, desde un punto de vista teórico, la elaboración de una conceptualización sobre la competencia, entendida como la manifestación de un comportamiento que evidencia un dominio específico en un determinado contexto y situación, pudiendo ser evaluado y desarrollado en relación a un criterio previamente definido para ese comportamiento. Este concepto incorpora algunos elementos como el de evaluación y criterio, que no se encuentra en otras conceptualizaciones presentes en la evidencia actual”.
Además, se han identificado cuatro de las competencias más importantes (dentro de un listado de 32 competencias reconocidas por los participantes en el estudio) que debe poseer el tutor como son el conocimiento disciplinar actualizado, la capacidad docente, comunicación y autocontrol. “La figura del tutor de prácticas clínicas de enfermería debe ser un profesional con habilidades de comunicación y comprometido con los procesos de aprendizaje clínico”, apunta Argüello.
Gracias a esta investigación y a contar con un perfil de competencias se podrá facilitar el diseño y orientación de unos planes específicos y adaptados a las diferentes necesidades individuales y/o institucionales de los tutores.
Para Argüello, este estudio debe ser considerado un punto de partida para futuras líneas de investigación orientadas a elaborar un diccionario de comportamientos, la validación del perfil de competencias del tutor y realizar estudios exploratorios que permitan conocer la percepción de los tutores sobre las condiciones en las que estos están desarrollando sus actividades.
Ángel M. Gregoris