Viernes, 08 Septiembre 2017 10:29

Cooperación para el desarrollo, una salida profesional

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Al hablar de cooperación para el desarrollo y el papel que la profesión enfermera tiene dentro de ella conviene hacer una distinción entre ayuda humanitaria, que es la que se presta después de una catástrofe natural o una guerra, por ejemplo, y en la cual el objetivo es cubrir las necesidades básicas de urgencia: comida, bebida, salud, educación…; y la cooperación al desarrollo propiamente dicha, donde actores públicos y privados, realizan una serie de acciones con el propósito de promover el desarrollo humano y sostenible. El trabajo que como enfermeras y enfermeros se puede realizar en cada una de las modalidades no es el mismo.Al hablar de cooperación para el desarrollo y el papel que la profesión enfermera tiene dentro de ella conviene hacer una distinción entre ayuda humanitaria, que es la que se presta después de una catástrofe natural o una guerra, por ejemplo, y en la cual el objetivo es cubrir las necesidades básicas de urgencia: comida, bebida, salud, educación…; y la cooperación al desarrollo propiamente dicha, donde actores públicos y privados, realizan una serie de acciones con el propósito de promover el desarrollo humano y sostenible. El trabajo que como enfermeras y enfermeros se puede realizar en cada una de las modalidades no es el mismo.

En Ayuda Humanitaria normalmente el componente asistencial es grande y, sobre todo, se atiende a personas en diversas cuestiones tales como consultas, operaciones, curas… Mientras que en cooperación para el desarrollo este componente no está tan presente. Se realiza en países donde hay profesionales de la salud, si bien suelen ser escasos para las necesidades que existen, y es aquí donde se ponen en marcha otros conocimientos y habilidades añadidos a los propios de la enfermería, como pueden ser la gestión de proyectos, la salud pública… El punto de partida para desarrollarse profesionalmente en el campo de la cooperación para el desarrollo suele ser una inquietud personal, que en un momento dado surge en cada persona y te lleva a tomar decisiones para guiar tus pasos hacia ese camino.

Es ahí donde se debe decidir qué grado de implicación se quiere tener y en qué ámbito concreto. Por un lado, se puede colaborar de forma voluntaria, bien en actividades que distintas organizaciones llevan a cabo en España o viajando a países empobrecidos durante periodos relativamente cortos de tiempo, donde se trabaja junto a distintos profesionales, compartiendo experiencias y conocimientos en diversos campos. Pero la cooperación para el desarrollo es un sector cada vez más profesionalizado en el que hace falta dar un paso más si es la elección de futuro para vivir de ello. Lo primero que se debe hacer es ampliar formación en distintos temas: gestión de proyectos, derechos humanos, género, interculturalidad, idiomas… todo ello suma a la hora de encontrar un trabajo.

Otra de las cosas que suele necesitarse es experiencia, y es ahí donde la opción de haber realizado antes voluntariados se convierte en un punto a favor. Si nuestra colaboración es voluntaria, dentro del ámbito de la cooperación podemos dedicarnos a ella de varias maneras. Por un lado, como técnicos en sede de alguna organización que trabaje en ello, identificando, formulando y gestionando proyectos. Por otro lado, y quizás sea la opción más atractiva a priori, como cooperantes en terreno.

Cuando desconocemos la labor real de la figura del cooperante solemos guiarnos por lo visto en películas, o por lo que imaginamos. Muchas veces se tiene una visión idealizada y alejada de la realidad. No es un trabajo fácil: la persona que se marcha suele hacerlo por periodos más o menos largos, alejada de la familia y amigos, muchas veces sin ciertas comodidades y con altas medidas de seguridad. Requiere de una buena capacidad de adaptación, de resolución de problemas, de trabajar bien en equipo y de cierta flexibilidad. Al no tener la parte asistencial de la Ayuda Humanitaria el trabajo consiste en planificar y evaluar actividades, identificar necesidades junto a los socios locales para nuevos proyectos, representando a la organización en diferentes reuniones, gestionando y revisando presupuestos. Un trabajo en muchas ocasiones que te obliga a estar dentro de una oficina, pero que a la vez es gratificante, ya que permite estar en continuo aprendizaje. Permite conocer otras formas de trabajar, ampliar la visión que se tiene del mundo, relativizar en muchos casos y diferenciar entre lo que de verdad tiene importancia y lo que en realidad podemos prescindir de ello.

Durante el tiempo que se está en terreno se vive en otra cultura y ello ayuda a tener una conciencia más crítica con la realidad a la que nos enfrentamos día a día. Cualquiera de las opciones elegidas es válida: solamente hace falta encontrar nuestro hueco para contribuir así a tener un mundo más justo, equitativo y solidario.

Gema Monteagudo

Contenido revisado en Marzo de 2024.
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