Ahora, en el aniversario de la llegada del coronavirus a España, seis enfermeras de distintos ámbitos hacen balance sobre cómo afrontaron esa primera ola y cómo les ha cambiado la vida personal y laboral la mayor crisis sanitaria de nuestra historia. En el programa especial de Canal Enfermero (la televisión de las 316.000 enfermeras españolas) por el primer año de la pandemia, todas recuerdan cómo vivieron esa llegada de contagios y de qué manera ha cambiado su percepción del tema en “el año que cambió los cuidados”. “Durante este periodo, la Organización Colegial de Enfermería ha elaborado más de 40 infografías animadas para ayudar a los profesionales y concienciar a la sociedad sobre la mejor manera de abordar la emergencia epidemiológica en cada momento. Las enfermeras lo han dado todo en esta emergencia sanitaria, al principio sin equipos de protección, sufriendo por ellas, sus pacientes y sus familias al volver a casa. Nadie debe olvidar la entrega sin ambages de nuestras profesionales, su vocación inquebrantable”, asegura Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería, que ha agradecido “enormemente a todas ellas su disposición en este año”.
“Si veo ahora las imágenes de cuando el Gobierno anunció el estado de alarma, siento indignación. Me recuerda cómo nos enfrentamos a algo desconocido. Miedo, incertidumbre y no saber cómo se iba a desarrollar todo porque no teníamos las armas suficientes para enfrentarnos a algo de lo que nadie sabía nada. Fueron momentos de terror tanto en el ámbito laboral como en el personal”, afirma Elena Álvarez, enfermera de Urgencias. Cuando los días eran cada vez más duros en los hospitales y centros de salud, y las calles parecían un escenario de película, todas las tardes a las 20.00, la población empezó a aplaudir. Aplausos de aliento y ánimo a todos aquellos que se dejaban la vida atendiendo a los pacientes, muchas veces sin las normas de seguridad suficientes, que poco después se fueron apagando con la relajación de las medidas y que ahora muchas veces parece que ya ni se recuerdan. “Era un reconocimiento al esfuerzo que hacíamos ahí dentro y que nadie veía. Salir a la puerta y ver a todos los vecinos en la ventana y a las fuerzas y cuerpos de seguridad aplaudiendo, nos emocionaba enormemente. Un año más tarde, veo que se han olvidado de nosotros y seguimos ahí, en la puerta de la UCI y viendo a la gente morirse”, comenta Esperanza Galarraga, supervisora de Quirófano.
Mabel Ibarguren, responsable de Enfermería de un centro de salud, opina igual que su compañera y explica que “era emocionante, pero llegó un momento que te cansabas porque veías que la gente se iba relajando. Creo que tuvo mucho que ver las imágenes que no se mostraron y habría que haber enseñado”, admite.
En cuestión de semanas, el sistema tuvo que rehacerse entero. Los hospitales tuvieron que organizarse en tiempo récord para abordar la llegada de centenares de casos cada hora; las residencias se convirtieron en uno de los grandes focos de contagios y muertes, y la Atención Primaria actuó como barrera de contención.
Enfrentándose a una de las tasas de contagios más altas del mundo entre profesionales por la falta de equipos de protección, las enfermeras no dudaron ni un segundo dónde tenían que estar. Aptitud que les ha servido para obtener numerosos reconocimientos, entre ellos el Princesa de Asturias de la Concordia por su gran labor durante la pandemia.
“Se hundía el barco”
“El día a día cambió radicalmente y parecía un escenario prácticamente apocalíptico, las calles vacías, la incertidumbre… Fue una mezcla de pánico, terror y miedo”, cuenta David Delgado, responsable asistencial de un centro sociosanitario, que apunta como “al final todos los protocolos en los que llevábamos años trabajando hubo que rehacerlos”. Elena lo recuerda “como el Titanic”: “Se hundía el barco y no sabíamos que teníamos que hacer; no teníamos ninguna directriz de nadie, andábamos por los pasillos sin saber en qué nos teníamos que basar, a quién teníamos que salvar… porque se morían en los pasillos”.
Pilar Núñez, enfermera de UCI, señala el miedo a lo desconocido. “Lo veíamos en las noticias y en marzo lo teníamos delante. El miedo ha cambiado hábitos en mi vida y de alguna manera lo sigo teniendo ahí. Siempre me ha gustado mucho ir a trabajar, pero es verdad que saber que al día siguiente volvíamos a lo mismo ha hecho que no me apeteciese”, apunta.
Sin lugar a dudas, todas coinciden en que este año les ha cambiado la vida a nivel laboral, pero también personal. “Hemos perdido parte de esa humanización que llevamos muchos años intentando conseguir. Ahora vivimos la enfermedad solos, la muerte se vive sola y es muy duro”, reconoce Esperanza.
Pilar lo cree igual. En su hospital, han pasado de ser una UCI de puertas abierta, donde la familia era una parte de esa atención al paciente, a una atención de guerra. “Una atención de guerra en la que llegaba el paciente, le estábamos poniendo en antecedentes de que le íbamos a dormir para luego despertarle cuando estuviese mejor y sus móviles no paraban de sonar en horas hasta que se acababan las baterías”, puntualiza.
Crecimiento
Carla, matrona y fundadora de Matrona para mí, afirma que esto también le ha dado una enseñanza y le ha ayudado a no conformarse. “Me ha hecho ver que no me podía estancar, había muchas madres y padres que sentían falta de apoyo durante el embarazo y la pandemia me ha dado el empujón para algo que ya tenía pensado, crear una empresa. En seis meses, de estar sola, he pasado a tener más de 55 matronas contratadas y 35 ciudades cubiertas”, explica.
Mabel, aunque admite estar cansada, asegura que la pandemia le ha hecho ver que eligió bien su profesión porque es vocacional, pero considera que es necesario un reconocimiento por todo lo que se está haciendo y “que se nos respete”. Igual que ella opina Esperanza: “Hemos visto que casi valemos para todo, nos pongan donde nos pongan, sacamos el trabajo, pero sí es necesaria una especialización y darle un poquito más de importancia a la salud pública. En el primer mundo, pensábamos que la teníamos ganada y el COVID-19 nos ha hecho ver que no”.
Vacuna
Tras nueve meses de lucha incansable, un avión con las primeras vacunas aterrizaba en España. Araceli Hidalgo fue la primera en recibir la dosis de manos de Carmen Carboné, pero ella sólo era el inicio de una de las campañas de vacunación más ambiciosas de la historia. Unas imágenes que abrieron todos los informativos del día y que suponían el principio del fin; eso sí, un fin que todavía está lejos. “Fue algo muy deseado y esperado. La vacuna del COVID nos ha hecho ver que cuando hay un objetivo se acelera la burocracia”, manifiesta Mabel.
Ahora, todas recuerdan la necesidad de seguir cuidándose, respetando las medidas y siendo responsables. El final está cada vez más cerca, pero ellas son conscientes de que queda mucho. El sistema sanitario y los profesionales están agotados y la lucha contra el COVID-19 es un asunto de todos y todas.
Revista especial de Enfermería Facultativa
Con motivo del aniversario de la pandemia, el Consejo General de Enfermería ha lanzado también una edición especial de su revista Enfermería Facultativa, en la que hacen un recorrido exhaustivo por todos los momentos clave de estos doce meses. Campañas informativas, testimonios exclusivos, reconocimientos a los profesionales... un número para el recuerdo y un homenaje a las 316.000 enfermeras que se pusieron al frente de una crisis que marcará los cuidados para siempre.
#UnAñoDePandemia #ElAñoQueCambióLosCuidados
Además de esta edición especial de la revista, desde diarioenfermero.es, y a través de las redes sociales de la Organización Colegial, se difundirá un resumen diario de todas esas iniciativas que han marcado el año de la pandemia. Con los hashtag #UnAñoDePandemia y #ElAñoQueCambióLosCuidados, las enfermeras harán un recorrido por los distintos momentos clave de estos meses y recordarán lo que se vivió, lo que se sigue viviendo y lo que esperan no repetir en un futuro.