¿Cómo están viviendo desde el partido las próximas elecciones?
Nosotros lo estamos viviendo con una sensación de trabajo tremendo. Tenemos que hacer un esfuerzo sobreañadido porque la situación mediática es la que es. UPyD es un partido incómodo para el "establishment". Somos un partido muy progresista, pero muy institucional y somos los únicos que hemos puesto delante de los jueces a los ladrones. La campaña para nosotros está siendo de mucha calle.
¿Cuáles son las medidas enfermeras que propone UPyD para la legislatura que viene?
Nuestra posición es absolutamente clara en la premisa de que las competencias en Sanidad tienen que ser devueltas al Estado. No podemos estar trabajando el desarrollo de las profesiones enfermeras y que cualquier iniciativa haya que discutirla en 17 mesas de negociación con 17 modelos distintos. El ejemplo de la enfermería es evidente. Por ejemplo, si hablamos de especialidades, resulta que hay una norma general, pero que luego, según interesa, se aplica o no en las distintas comunidades autónomas.
No es aceptable que las consejerías se comporten como 17 falsos ministerios. En el fondo están provocando una auténtica desigualdad entre los profesionales y entre los pacientes como usuarios y beneficiarios del sistema de salud y como ciudadanos que tienen ese derecho.
En el tema de la prescripción enfermera hay que recordar que es una necesidad imprescindible para el avance y el desarrollo de la profesión. Es algo que tenemos que reexplicar a los enfermeros y también a los médicos porque el conjunto de profesionales médicos en el ejercicio de su profesión no es que estén en contra por alguna razón extraordinaria en concreto, sino lo que les falta es sentarse a la mesa y que las enfermeras les expliquen qué es eso de la prescripción desde el punto de vista de los cuidados profesionales. Es necesario plantearles una cierta pedagogía para demostrarles que lo que aporta la enfermería es un plus para el beneficio del sistema. Llegados a este punto, la relación de médicos y enfermeros sería por lo menos respetuosa y beneficiosa para la aplicación de una medida como esta.
¿Qué ha podido pasar para la modificación de este decreto a última hora?
El hándicap ha venido desde ciertos despachos o élites médicas que están metidas en política. No hay enfermeros políticos, sólo candidatos, y cuando los ha habido, probablemente, no han dado la cara por la profesión como si lo han hecho los médicos por ellos. El problema de la prescripción tiene dos niveles. En primer lugar, es necesaria una explicación pedagógica para los enfermeros y para convencer a los médicos.
Después, en el nivel más político es donde aparece el lobby de presión al que se ha sometido el Partido Popular para cambiar la norma. Han cometido una traición incomprensible y sólo por esto no debería haber ni un enfermero que votase al PP. Respetando el derecho a la libertad de cada uno, creo que un enfermero que se sienta enfermero de verdad no puede votar al PP. También pienso que este tema llevamos discutiéndolo muchos años y ha habido gobiernos del PSOE que no lo han aprobado, así que no vengan ahora a decir que lo harán.
Los enfermeros tienen que entender que el mejor encaje para la defensa de sus intereses está en devolver las competencias y en que no tengamos que hacer un viacrucis continuo cada vez que hay que negociar algo.
¿Qué ocurriría si el RD llegase a publicarse en el BOE?
Yo como enfermero estaría a muerte al lado del Consejo General de Enfermería y del SATSE y apoyaría una revolución absoluta en contra de esta norma. El decreto supone despreciar a toda una profesión y a sus competencias. Los que han hecho esto siguen pensando que la enfermera está para limpiar el sudor de la frente del cirujano y no se puede consentir. Esto sería suficiente razón para ponerse en pie y cargarse a un gobierno entero. Hay que hacer un esfuerzo para que el colectivo de más de 200.000 enfermeras entienda lo que se les está diciendo y hay que decir basta ya.
¿Cómo ve la enfermería en los próximos años?
Hay dos enfoques. El de la defensa de la profesión y desarrollo de la misma a través de las organizaciones, que creo que han cumplido un papel que no ha sido reconocido por los propios profesionales. El desarrollo de las especialidades, de competencias y de prescripción han estado a veces por delante de la propia comprensión de las enfermeras.
Hay un colectivo importante en enfermería que no acaba de comprender bien las cosas y que a veces no ven más allá del entorno de proximidad. Las condiciones laborales están haciendo que las propias enfermeras no puedan tomar actitudes más serias, más responsables y más avanzadas. Por otro lado, está el tema de las propias enfermeras, que requeriría una revisión del modelo de trabajo y de la contratación. Una vez que resolviésemos esa garantía para que los enfermeros puedan ejercer realmente su profesión podríamos avanzar y hacer que el colectivo comience a darse cuenta de que las 200.000 enfermeras que hay en el país son muchas y podemos levantarnos contra estas injusticias.
Ángel M. Gregoris