La iniciativa, que ha sido diseñada por un preparador físico y ajustado a diferentes perfiles según el nivel de actividad habitual propio de cada paciente, está capitaneada por la enfermería, que se encarga de supervisar que todo salga correctamente.
“Somos los enfermeros los que acompañamos al paciente durante la realización de la actividad, los que determinamos si son o no susceptibles de poder desarrollarla y los que evaluamos y valoramos el desarrollo de la actividad con los objetivos marcados”, apunta.
Para estos pacientes, llevar a cabo actividades físicas es fundamental porque les ayuda a no descuidar la dieta. “Por el tipo de medicación que toman estos pacientes pueden sufrir incrementos de peso y uno de nuestros objetivos es evitarlo con el deporte y la dieta”, destaca Fragüas.
Mens sana in corpore sano
Además de contribuir a potenciar el aforismo latino de Mens sana in corpore sano, esta actividad fomenta la motivación del paciente y ayuda a la reorganización de sus rutinas y a la normalización de actividades de su vida cotidiana. Gracias a “Pedalea”, los pacientes mejoran la capacidad de planificación de una actividad concreta, asumiendo un compromiso y adquiriendo una responsabilidad. “Esta iniciativa no sirve sólo para montar en bicicleta, sino que lo que queríamos era buscar otras metas como la motivación, ya que tienen que responsabilizarse con la actividad apuntándose a las listas, acordándose de la hora, llevando una ropa adecuada…”, asevera el supervisor.
En esta misma línea, Sergio de la Peña, terapeuta ocupacional de la unidad, resalta la importancia de estas actividades porque “en una unidad como esta si no se estimulan ciertas habilidades, podría ser tedioso”. Hasta ahora, los enfermeros de la unidad están contentos con el resultado porque el 75% de los pacientes ingresados aptos para realizar la actividad se han animado a hacerla.
“Nosotros también tenemos la función de insistirles para que se apunten porque a veces les cuesta moverse con la medicación, suelen tener una vida bastante sedentaria y debemos fomentar el ejercicio para su mejora, para que estén más despiertos y para que conecten más con el medio y evitar que estén continuamente durmiendo”, puntualiza Rocío Cantero, enfermera de la unidad.
Y para mejorar la calidad de vida de estos pacientes durante el ingreso, no sólo se desarrollan estas terapias con bicicletas. A lo largo del día, los pacientes, que tienen una estancia media en el hospital de entre 14 y 21 días, llevan a cabo talleres de pintura, musicoterapia, televisión, lectura, juegos…
“Complementar el tratamiento con estas tareas es fundamental porque mejoran muchísimo el desarrollo de los pacientes. De hecho, cuando se les da el alta lo echan de menos y hay algunos que siguen haciéndolo en casa, pero otros no”, manifiesta Enrique Fragüas.
De la Peña apunta que gracias a estas actividades se desarrollan y fomentan las capacidades cognitivas y destrezas motoras, todo encaminado a mejorar su salud física y psicológica.
El terapeuta reconoce que los pacientes se sienten mejor después de practicar estas labores y están muy contentos. “Ellos mismos son conscientes de los beneficios que pueden aportarles tener una actividad significativa que consideren positiva”, subraya.
Rocío Cantero también aplaude los beneficios de estos talleres. “A ellos les gusta, les mantiene activos, hacen cosas en común, se relajan, hablan de sus problemas y entre ellos se crea un vínculo”, recalca la enfermera.
Ángel M. Gregoris