Como explicaba Gallardo, “hay que investigar las razones para dar la respuesta más adecuada. La incontinencia no se produce en todas los pacientes por las mismas causas, por tanto, los tratamientos son diferentes”. Y es que esta enfermera asegura que “sin saber las causas, el alcance, el tipo y la forma de la incontinencia no podríamos afrontar ni el diagnóstico en enfermería ni la planificación, intervención o plan de cuidados. En todo momento la valoración del paciente debe ser individualizada”.
Durante el simposio Tena ha tratado la relación de la incontinencia con la calidad de vida de los pacientes, la valoración de enfermería en esta área, los objetivos de esa valoración, los métodos de la misma –anamnesis, examen físico, pruebas de visualización y pruebas complementarias– y el resultado de la valoración.
Detección precoz
“La incontinencia es un signo y un síntoma, no una patología, sólo la incontinencia de esfuerzo es una patología independiente reconocida por la OMS”, señala Gallardo. Entre los efectos que produce también aumenta la dependencia, pues suele manifestarse en fases muy avanzadas. “Si se detectase antes podríamos curar la mitad de las incontinencias, y de las demás, se podría mejorar un alto porcentaje”, ha explicado Gallardo. De ahí que mejorar la detección precoz sea vital.
Una vez detectada debe realizarse la valoración individualizada, analizar las posibles causas para poder establecer el plan de cuidados más apropiado. En este plan “elegir el dispositivo adecuado mejora la calidad de vida del paciente, por eso es importante evaluar continuamente la elección del absorbente”, sostiene Consuelo Gallardo.
Para finalizar, esta experta en incontinencia ha señalado que “las enfermeras tenemos que estar en condiciones de intervenir, para lo que la enfermería debe empoderarse, pues somos las garantes de los cuidados. Además, tanto cuidadores como incontinentes deben implicarse en las medidas que les indiquemos, curativas y reparadoras”.
Gema Romero